El tema de la estrategia implementada por el gobierno federal para combatir el robo de combustible y por consecuencia resolver el desabasto de gasolina en cuando menos una decena de estados, tiene ocupado al aparato gubernamental, comenzando por el jefe del Ejecutivo; tiene acaparada la atención nacional. Esto sucede mientras la violencia e inseguridad sigue ganando terreno en varias regiones del país, medios de comunicación en diferentes entidades dan cuenta de esto.
¿Acaso no era, o es prioridad velar y preservar la seguridad de los ciudadanos, como para haber enfocado todas las baterías para detener la violencia, tal y como se está haciendo en el combate contra el huachicoleo?
El día de hoy fue avalado en la Cámara de Diputados la continuidad -con todas las de la Ley- de la táctica que puso en marcha Felipe Calderón, de hacerle el encarguito a las Fuerzas Armadas de combatir la inseguridad en las calles. Con la diferencia que ahora, soldados, marinos y policías federales portarán un solo uniforme con el escudo de la Guardia Nacional. A las instituciones castrenses les siguen cargando la mano; 9 mil elementos asignados a vigilar instalaciones y ductos de Pemex día y noche: 5 mil 800 soldados y 3 mil 200 marinos, informaron este miércoles los secretarios de Defensa Nacional y de Marina.
En la época aciaga del desgobierno brutal e inhumano de Javier Duarte de Ochoa, quien junto con todos sus cómplices -contemplados para disfrutar del perdón y olvido-, en mayo de 2013, al ambicioso director de Tránsito y Transporte, en ese tiempo Roberto López Santoyo, se le ocurrió la brillante idea de ordenar detener en Banderilla –zona conurbada de Xalapa- a todas las pipas que ingresaban cargadas de gasolina, con el simple propósito de que le entraran a Belén cantando. Al transitar por ese lugar el olor que emanaba de una veintena de pipas estacionadas en doble fila, retenidas y cargadas con 60 mil litros de combustible cada una, era insoportable, por lo que las protestas no se hicieron esperar y el prepotente funcionario tuvo que ceder ante el grave peligro que significaba la enorme bomba de tiempo que había creado.
La estrategia que la administración federal ha llevado a cabo para intentar combatir el huachicoleo, que no se sabe a ciencia cierta si la medida traerá verdaderamente algún beneficio para los mexicanos, o si en caso contrario vaya a acarrear trastornos de todo tipo; la medida de cerrar ductos y transportar combustible a través de pipas, con todo y las repercusiones que se están registrando, va para largo, así lo ha dado a entender el presidente López Obrador.
«Ya estamos actuando porque vamos a adquirir pipas… para que nunca falte el combustible en ningún lugar vamos a adquirir 500 pipas de 60 mil litros cada una», dijo el presidente López Obrador en su conferencia matutina de este martes al mencionar medidas que tomará su administración para evitar el robo de combustible.
De tal manera que 5 mil pipas ya existentes, más las 500 nuevas que anunció López Obrador, más otro número indeterminado de carrotanques de los estados que han decidido importar gasolina directamente de Estados Unidos, estarán circulando en las carreteras de México, con todos los riesgos.
Entre imprecisiones y contrariedades oficiales, además de que se desconoce si las pipas de mayor capacidad recorrerán diario 400 kilómetros o más para acarrear gasolina de las estaciones marítimas receptoras de Tuxpan, Veracruz y Coatzacoalcos, aunado a esto, y no hay forma de negarlo, existe otro riesgo, el de las arcaicas y obsoletas instalaciones de Pemex, que algunas datan de hace 70 años o más. La mala ubicación de las plantas -en medio de núcleos de población-, viejos centros de almacenamiento de combustible, lo “obsoleto” de sus instalaciones y la falta de mantenimiento, han ocasionado graves tragedias; que si en la actualidad, por la distribución a cuentagotas de gasolina que se está llevando a cabo, puede haber áreas de almacenamiento de combustible que se encuentren saturados a toda su capacidad. Aparte de esto, si los responsables ya recapacitaron que no es conveniente para las finanzas públicas que transcurra más tiempo y tener que seguir pagando cientos de miles de dólares por penalización, por los buquetanques cargados de gasolina que están en espera frente a las costas veracruzanas, por lo que tendrán que descargar a la mayor brevedad. Con el transcurrir de los días pudiera haber centros de almacenamiento que se encuentren al máximo de contenido.
¿Ya le habrá comentado el ingeniero agrónomo Octavio Romero, director general de Pemex, al presidente López Obrador, que a mayor número de pipas cargadas de combustible circulando en las carreteras, es también mayor el riesgo para la población? ¿Del peligro que representa prolongar por más tiempo el cierre de ductos y de continuar almacenando y transportando gasolina por medio de pipas?
Todos deseamos no llegue a ocurrir ninguna tragedia. Lamentablemente los riesgos existen.
Al igual que la celebración de La Candelaria en Tlacotalpan, las fiestas de Xantolo en la región Huasteca, o el espectáculo de los Voladores de Papantla, el silencio de los legisladores veracruzanos sigue siendo toda una tradición.
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