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    Claudia Constantino
    Las Crónicas del 2012 

    En su Panorama educativo de México 2011, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) señala que de cada 100 niños de 12 a 14 años, 49 no asistieron a la escuela; entre quienes realizan una jornada de trabajo, 15 de cada 100 no fue a un plantel al vivir en pobreza alimentaria y 13 de cada 100 tampoco acudió a un centro escolar en las zonas rurales e indígenas, por lo que existen la pregunta obligada para la próxima administración federal es: ¿Qué harán al respecto?
    Al inicio de esta década, 13 millones 332 mil niños en nuestro país vivían en hogares donde el jefe de familia carecía de instrucción o sólo contaba con la primaria o secundaria incompleta. Esta condición, junto con la desigualdad y la pobreza, han impedido que terminen la primaria 51 por ciento de los adolescentes entre 15 y 17 años con un tutor sin escolaridad; 43.2 por ciento de quienes viven en zonas rurales y 42.9 por ciento de los indígenas en ese rango de edad.
                El organismo enfatiza que este derecho entre los niños de tres a cinco años y los adolescentes de 12 a 17 años aún no se ejerce totalmente en México y su cumplimiento está asociado a las condiciones étnicas, económicas y de ubicación de residencia de los menores. El INEE advierte, además, que un millón 200 mil jóvenes entre 15 y 17 años no cursan la educación media superior, por lo que en el corto plazo el sistema educativo debe prepararse para atenderlos, sobre todo ante el reciente decreto que establece la obligatoriedad de ese nivel. En la población rural sólo cinco adolescentes por cada 10 asisten a la educación media superior.
    Con base en los indicadores del ciclo escolar 2010/2011, precisa que 59.3 por ciento de los niños en primaria –lo que significa 7 millones 897 mil 907 alumnos y 36.7 por ciento de los adolescentes de secundaria–, es decir, un millón 974 mil 242 estudiantes, asisten a escuelas en las que no disponen de al menos una computadora con Internet. El acceso a esta tecnología en los centros comunitarios adonde acude población indígena y rural es de apenas 0.7 por ciento y el equipo ni siquiera está conectado a la red.
    Cincuenta y uno por ciento de las primarias y 25 por ciento de las secundarias no cuentan con al menos una computadora para uso educativo. En la educación media superior, 56 por ciento de los planteles no cumplen con el parámetro de la Organización de Estados Americanos para la Educación –pese a que fue adoptado por México– de tener ocho estudiantes por computadora.
    En este caso, como en el resto de indicadores del sistema, la desigualdad y las diferencias son abismales. Sólo 15 por ciento de las telesecundarias con computadoras reportó tener conexión a Internet, en contraste con 86 por ciento de las secundarias generales. Entre entidades, las brechas alcanzan hasta 70 puntos. Por ejemplo, en el Distrito Federal, 91.9 por ciento de las primarias tienen estos auxiliares, mientras en Zacatecas la cifra apenas llega a 20 por ciento. En 2010, 85.7 por ciento de los niños de 12 a 14 años reportó tener la primaria completa; entre 15 y 17 años, la cifra fue menor (70 por ciento) respecto de la conclusión de la secundaria.
    Para ese año, 67.2 por ciento de los jóvenes de 15 a 29 años no tenían una contratación estable. Con estudios de educación básica, sólo 29.1 por ciento tenía un contrato; con el bachillerato, la cifra se situó en 43 por ciento y 58.6 por ciento de los jóvenes con educación universitaria tenía seguridad laboral en ese sentido.
                La diferencia en la tasa de ocupación entre quienes tienen estudios y carecen de instrucción es muy reducida. El índice de ocupación de quienes carecen de la primaria o la secundaria fue de 46 por ciento, mientras la cifra para los que estudiaron educación media superior fue de 51.2 por ciento. Esto es, una diferencia de apenas 5.2 por ciento.
                Así, el INEE enfatiza que si México no tiene claro hacia dónde quiere llegar en materia educativa, digamos, a 2025, es muy difícil que tenga claridad sobre la cantidad de recursos que necesita poner en juego y en qué aspectos clave de mejora educativa. Perdidos, fomentando un sindicalismo mafioso, con millones de pesos destinados tan solo al pago de salarios a los maestros y a muchos de los “comisionados” sindicales que jamás se paran ante un gripo o realizan aportación alguna a la niñez y juventud de México.
                Negro panorama, rezago, incumplimiento de un derecho constitucional y lo peor: Nada nuevo. Pendientes estaremos de las posturas que en esta materia adopte el nuevo Presidente y su Secretario de Educación; cuyo nombre desconocemos, y aun conociéndole; no es garantía de que los pasos necesarios para resolver este grave problema, vayan a conseguir darse.
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