Destacado

    Roberto Morales Ayala

    Zona Franca

    Si a nivel nacional, el Presidente electo Enrique Peña Nieto pinta su raya esgrimiendo que en política “no tiene amigos”, en Veracruz se navega en sentido contrario, con la consigna de imponer a “los amigos” en puestos clave, donde se encubre y maquillan los grandes atracos al erario público.
    El amiguismo es propio de los malos gobiernos. Ahí tenemos, por ejemplo, a Fidel Herrera Beltrán y su club de compadres y comadres, dándole duro al saqueo, unos metiendo la mano y otros cuidándoles la espalda. Y ahora Javier Duarte, con la pandilla feliz, que además de ver a Veracruz como un botín, se dan vida de reyes en la Francia de Luis XVI.
    Así que si un Presidente no debe tener amigos, según Peña Nieto, en Veracruz los tienen y para hincar el diente en los recursos del pueblo, según se ve con Javier Duarte.
    Veamos y analicemos:
    Clara Luz Prieto Villegas, quien fuera la contralora del fidelismo, tapadera del gran peculado y del atentado a las arcas públicas, que todo permitió, ahora pretende ser auditora general del Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz.
    A la polémica contralora le ha llovido en su milpa desde que externó su deseo de encabezar el ORFIS, incluida una añeja denuncia por haber callado y no actuado cuando se le puso en sus manos evidencia de un peculado por 400 millones de pesos en el gobierno de Veracruz. Nada hizo por darle curso legal. O sea, se convirtió en cómplice de un hecho de corrupción.
    Prieto Villegas es, por si faltara algo, coordinadora de asesores del líder de los diputados priístas en el Congreso de Veracruz, Jorge Carvallo Delfín, uno de los alfiles de Fidel Herrera, quien indudablemente meterá las manos para que quien sea nuevo titular del ORFIS continúe tapando la porquería.
    Otro propuesto para el ORFIS es Lorenzo Antonio Portilla, apadrinado del actual contralor del gobierno veracruzano, Iván López Fernández, quien no le niega su amistad y menos aún le regatea méritos.
    Lorenzo Antonio Portilla es director de Control y Evaluación de la Contraloría General del Estado, en el gobierno duartista, lo que presupone que irá a tapar los desvíos de recursos, el manejo irregular del dinero de los veracruzanos y actuará con dolo institucional, como ahora lo hace su padrino, el contralor Iván López Fernández.
    Su identificación con el gobierno de Duarte es relativa. Durante los últimos tres años del régimen fidelista, fue contralor del PRI estatal y simultáneamente manejaba los fondos federales para seguridad. O sea, mamó de una ubre y ahora mama de la otra.
    En ambos casos, el común denominador es el contralor duartista López Fernández. A uno, Portilla, porque lo respalda al cien por ciento y en el caso de Clara Luz porque a la denuncia de que encubrió un peculado de 400 millones, no le da crédito y la desestima y, a cambio, descalifica a quien puso al descubierto la podredumbre.
    La revelación la hizo Andrés García Amaya, también aspirante al ORFIS, quien sembró duda razonable sobre el proceso de selección del auditor general, y algo aún más grave: la intención evidente de llevar al cargo a personajes involucrados en casos de encubrimiento en el ámbito del gobierno federal.
    Punzada, acicateada con una acusación tan explosiva, Clara Luz Prieto retó a que se le exhibieran pruebas de que había dejado pasar un hecho de corrupción talla extra grande.
    García Amaya sustentó su dicho. Presentó los oficios en que se dirigió a la contadora Prieto Villegas y acreditó que en 2008 hubo un desvío de recursos por 400 millones de pesos y ella, como buena fidelista, se hizo la occisa. Olía, y huele, mal el proceso de selección en el ORFIS.
    Como si fuera el salvaguardas de las malas conciencias, el contralor Iván López Fernández usó una treta para defender a su antecesora en la Contraloría. Dijo que el caso había sido revisado y que no había elementos para proceder legalmente. Pero fue más a fondo. Señaló que el único interés de García Amaya es ser protagónico, ganarse los reflectores y figurar para así meterse en la puja por el ORFIS.
    García Amaya no sólo colocó ese caso de gravísima corrupción en el aparador político. También dijo que otro aspirante a encabezar el ORFIS, Antonio Gómez Pellegrini, cercano al gobernador Javier Duarte de Ochoa , pudiera ser el “caballo negro” del proceso de selección.
    De uno y otro lado, fidelismo y duartismo impulsan a sus alfiles para quedarse con el control del ORFIS. Fidel Herrera lo hace a través de Clara Luz Prieto y el ex diputado Silvio Lagos, cuyo paso por el Congreso veracruzano sólo sirvió para avalar el despilfarro del sexenio anterior.
    Por su parte, el gobernador Javier Duarte de Ochoa mueve piezas, como Lorenzo Antonio Portilla y Antonio Gómez Pellegrini, tan vinculadas a su esfera de poder que difícilmente podrían actuar con independencia y autonomía desde la cúpula del ORFIS.
    Uno más, Gonzalo Morgado Huesca, ex líder del PRI en los años 70, diputado federal, coordinador de campañas priístas, director del Instituto de Pensiones del Estado en el régimen fidelista, carga sobre sus hombros la sospecha de haber desaparecido mil millones de pesos del IPE, siendo acusado de desvío de los recursos de los pensionados y de acentuar la crisis financiera hasta generar la quiebra de la institución.
    Por otra parte, sigilosa, pero insistentemente, ayer se afirmaba en los corrillos del palacio legislativo que con “especial recomendación” de Javier Duarte, se consideran las solicitudes presentadas por Luis Gabriel Andrade Cárdenas y Juan Aguilar de la Llave.
    Andrade Cárdenas tiene experiencia por su desempeño como Director de Auditoria y Revisión Financiera en el Congreso Local y Director de Auditoría y Gasto Público en el propio ORFIS, y Aguilar de la Llave, fungió como secretario de finanzas y titular de la Secom en los tiempos del fidelismo, involucrado en la danza de millones en la aplicación de los recursos del Fonden.
    Tanto fidelistas como duartistas, o incluso ambos, se apresuran a controlar el ORFIS. Desde ahí podrán encubrir el manejo irregular del dinero de los veracruzanos, la asignación fraudulenta de obra pública, el derroche y la corrupción en general.
    El proyecto no queda ahí. Incluye la fiscalización de ayuntamientos, el mismo Congreso, el Poder Judicial y las instituciones descentralizadas. Todo, bajo el control de un ORFIS, cuyo auditor general servirá, si no hay cambio de ruta, a los intereses del fidelismo o del duartismo, que para fines prácticos, son la misma gata sólo que con pelaje distinto.
    Allá, en su cúpula de oro, Enrique Peña Nieto podrá decir que un Presidente no tiene amigos; acá en Veracruz, los hechos dicen lo contrario: los amigos del ex gobernador Fidel Herrera y los del gobernador Javier Duarte, sirven para tapar la corrupción. (romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

    Sobre El Autor

    Hacer Comentario