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    Roberto Morales Ayala
    Zona Franca

    En el lenguaje del gobierno de la seudo-prosperidad, la palabra deuda y todos sus sinónimos han sido prohibidos. De esa manera, gobierno, prensa cómplice y legisladores asestan puñaladas traperas a un pueblo que lo resiste todo, que se ha vuelto inmune a la dignidad.
    Mienten y siguen mintiendo: Javier Duarte y su gobierno prometieron administrar una herencia de prosperidad, tan falsa como un cheque sin fondos; los legisladores no representan al pueblo sino a sus propios intereses, aceptan todo, con la esperanza, muchos de ellos, de obtener recursos para sus próximas campañas a las alcaldías.
    Y el caso de la prensa, tercer elemento de esta trama perversa, es patético, jauría domesticada, silenciada en espera de que les avienten la chuleta, el pago, en algunos de ellos, de las facturas de publicidad —con sumas millonarias— que desde febrero les tienen retenidas.
    Esta vez, como siempre, no ha faltado la llamada instructora desde la Coordinación de Comunicación Social del gobierno de Veracruz para pedir a los medios afines que se omita en la información y comentarios relativos al crédito a contratar con BANOBRAS, el término ‘deuda’ para no alebrestar a los de por sí escamados veracruzanos y que no se abolle la corona del virrey Duarte, fallido mago financiero que no atina a revitalizar la economía de la entidad. ‘Deuda’ es, simplemente, un término proscrito en la prensa vasalla y cómplice; no existe, es innombrable.
    Todo ello nos da un coctel explosivo a partir de un nuevo endeudamiento para Veracruz, esta vez por mil 274 millones de pesos como parte del Programa de Infraestructura y Seguridad que el gobierno de Javier Duarte justifica con el infumable argumento de que será el apalancamiento del desarrollo de nuestra entidad.
    El crédito ha sido cuestionado tanto por el monto como por su forma de pago, por lo inoportuno del momento en que se suscribe, la opacidad y falta de transparencia como se ha manejado, los malabarismos de los diputados priístas para justificarlo y la sarta de mentiras en que incurrieron funcionarios del régimen duartista para explicarlo.
    Cuando llegó la iniciativa del gobernador Duarte al Congreso, los priistas ni se inmutaron; tampoco los miembros del Partido Nueva Alianza, sus aliados. La réplica –con tintes de simulacro- vino de la oposición —PAN, PRD y Convergencia, ahora Movimiento Ciudadano— que exigió argumentos sólidos del gobierno de Veracruz, si deseaban contar con su voto y, obviamente, con su aval.
    Los visitó Tomás Ruiz, el secretario de Finanzas del gobierno impróspero. Habló pero no convenció. Les dijo que no era deuda sino una oportunidad de oro para hacerse de recursos para impulsar el desarrollo de la entidad; que no se pagaría capital, pues éste se cubriría con recursos federales a los que tiene derecho Veracruz, mediante la aplicación de un bono cero, y que sólo —sólo— se cubrirían 8 millones de pesos mensuales. O sea, una maravilla a la que era impensable renunciar.
    Cuando los funcionarios públicos hablan medias verdades, es porque están diciendo medias mentiras. Tomás Ruiz ocultó que ese pago de intereses de 8 millones de pesos representan 96 millones por año y que a lo largo de 20 años que dura el compromiso, Veracruz habrá pagado mil 920 millones de pesos; es decir, 646 millones de pesos más de que los que recibirá.
    Tomás Ruiz explicó que esos recursos se aplicarán en 80 obras prioritarias. Para la zona norte se contemplan 187 millones 41 mil 941 pesos; para el centro, 800 millones 637 mil 634 pesos, y para el sur, 286 millones 320 mil 425 pesos. En este último, el informe del secretario de Finanzas señala que 230 millones 595 mil pesos son “para obras diversas”, sin precisar cuales, sus montos y en qué municipios se realizarían. Ahí está la opacidad y la sospecha de que los fondos serán desviados para cuentas personales y para campañas políticas en 2013, cuando se renueve el Congreso y se elijan alcaldes de cuatro años.
    Hubo otro detalle que se le fue a Tomás Ruiz. Mientras argumentaba que el crédito de BANOBRAS no representa deuda, la iniciativa del propio gobernador Javier Duarte admitía que sí lo era. El artículo segundo transitorio, dice:
    “Los montos obtenidos por el crédito que se contrate con sustento en el presente decreto se contemplarán en los registros contables como una obligación constitutiva de deuda que se reflejará como pasivo directo y que se preverá en el presupuesto de egresos para el ejercicio fiscal 2012, en los recursos previstos para el pago de los servicios de deuda pública”.
    O sea, es deuda. Así lo nieguen los funcionarios, es deuda. Así lo calle la prensa vendida, es deuda.
    Al margen que con su mayoría priísta y el voto de los panalistas, el gobierno de Veracruz tenía la seguridad de que la suscripción del crédito sería aprobada, lo que inquietaba era el ruido que haría la oposición. Sumados a la iniciativa de Javier Duarte, PAN, PRD y MC habrían sido corresponsables de la deuda y, por añadidura, estarían impedidos de cuestionar el destino de esos fondos.
    Sin embargo, el cálculo falló. La oposición se abstuvo de votar y el diputado Oscar Lara Arellano, del PAN, lo hizo en contra y en su argumentación haría pedazos al gobierno de Javier Duarte, durante una discusión de escasos 30 minutos que duró el debate, que bien pudo haber sido toda una noche o una semana por la naturaleza del tema y la importancia que representa para el desarrollo de Veracruz. Pero no, había que sacarlo fast-track.
    Mientras el diputado priísta Carlos Aceves, cuyo cuñado es un importante contratista del gobierno y municipios cercanos a Xalapa, decía “no habemos ningún enfermo mental ni mentirosos, y lo digo porque yo sí leí el dictamen y es perfectamente claro”, el panista Lara Arano pidió que el Congreso no sea “agachón ni entreguista”.
    “Los veracruzanos quieren resultados tangibles, no lengua… Pareciera que la palabra deuda la quieren desaparecer del lenguaje de los veracruzanos y no puede desaparecerla mientras se siga endeudando a Veracruz”, agregó.
    Otro diputado de oposición, ex senador, ex alcalde de Xalapa, ex secretario de Finanzas en el gobierno de Dante Delgado Rannauro, Armando Méndez de la Luz, recordó que ya en dos ocasiones se le ha apoyado a Javier Duarte en su recurrente afán endeudador, al aprobar la reestructuración de la deuda heredada por Fidel Herrera, por 30 mil millones de pesos, y la contratación de un crédito por 4 mil millones para comprar el bono cupón cero, para la reconstrucción de municipios devastados por las lluvias.
    También recordó que a más de un año “no se sabe nada de cómo se hizo la reestructuración de deuda”. Nuevamente la opacidad.
    No termina ahí la polémica. Además de ser una deuda no reconocida por el gobierno de Javier Duarte, se ha cuestionado si son, o no, obras prioritarias para el estado de Veracruz, tal como el Centro de Prevención y Readaptación Social de Veracruz, al que le destinarán 267 millones 29 mil pesos.
    Otras son, el planetario del Museo Interactivo de Xalapa y la Casa del Niño Porteño, supuestamente en Coatzacoalcos.
    El dilema para el gobierno del estado es que no halla cómo enfrentar el estancamiento de Veracruz; no se ajusta el cinturón, persistiendo en su derroche en gastos suntuarios; no aplica la ley a los funcionarios del régimen fidelista que saquearon las arcas, y no admite, por ningún motivo, que lo que el crédito que está suscribiendo con BANOBRAS es, le guste o no, deuda. (romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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