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    Salvador Muñoz
    Los Políticos 

    A mí no me tocó, pero me cuentan que pasear por el parque de la ciudad era lo más cotidiano y normal que pudiera haber entre parroquianos. Allí, se encontraban viejitos, jóvenes, adultos y niños conviviendo, jugando, alimentando palomas y echando novio o buscando novia.
    Quizá se compraba un mantecado, una nieve de limón, un algodón de azúcar… el señor aprovechaba para lustrarse el calzado y las damas se ponían sus mejores galas.
    ¡Cómo han cambiado las cosas!
    Hoy, salir a dar la vuelta es ir a la Plaza de moda…
    Acá en Xalapa, lleva más de un sexenio en boga la Plaza Américas…
    Atrás quedaron la Crystal y Museo…
    Y es que conforme pasa el tiempo, éstas dos últimas fueron rebasadas por espacio y centros comerciales que tiene la “nueva”…Si uno pasea por la Plaza en estos días, igual se puede encontrar a los viejitos, jóvenes, adultos y niños haciendo de todo… menos alimentando palomas pero sí haciendo caras y sonidos guturales que evidencian ternura ante la tienda de mascotas que hay allí.
    Si se quiere esconder, el peor lugar que puede escoger es la Plaza… por lo regular, siempre habrá alguien que le observe, identifique, ubique… y puede ser para bien o para mal el descubrimiento de su persona en ese lugar y eso sólo depende de usted y de sus acciones.
    Le cuento…
    Un fin de semana en la Plaza, dando la vuelta, uno puede ver a la regidora Mayra Cortés muy casual en compañía de un galán sin que nadie le moleste… aunque también en el Bennigans puede tener a su lado al buen Javier “Archie” Flores, ex jugador de los Tiburones Rojos, en compañía de amplia familia, igual, discreto, sin que nadie le moleste… o al diputado Rogelio Franco Castán, siempre con una bolsa de Liverpool en compañía de dos pequeñas, al parecer sus hijas, saliendo quizás de alguna sala de cine… igual, sin hacer mucho ruido… ¿o qué tal Emilio Cárdenas Escobosa, representante del Panal ante el IEV, comprando dulces para su hija en un Kiosko…?
    No sé si sea el oficio, pero a veces mis paseos se vuelven más reconocimientos del terreno que diversión…
    Por eso, cuando escucho a una señorita que dice: “No pasa su tarjeta” y la indignación de la otra ante tal trance, me obliga a voltear.
    Es la joven que estaba con una señora y otra muchacha juntando determinada cantidad de miles de pesos en compra para que le hicieran efectivo un descuento y además, entrara su adquisición en seis meses sin intereses…
    Entiendo su indisposición, pues una vez me pasó lo mismo… la joven saca otra tarjeta de su cartera roja… me dice mi esposa que el color es para atraer el dinero… la encargada mete la otra tarjeta a la terminal y… ¡oh oh! ¡tampoco! es cuando la acompañante le dice: “¡Elisa! ¿La diste de alta?”… Lo primero que me viene a la cabeza es la canción de Emanuelle… “luces de bohemia para Elisa”… Y Elisa responde: “Sí… ¡ay! por eso no quería aceptar esta tarjeta…”
    Saca el celular y dice: “Voy a llamar a Alberto Ramos”… creo que se refería a algún asesor del banco Santander que nunca le contestó…
    Por pudor, opté mejor por retirarme… no sé qué pasó… si le prestaron dinero a Elisa Flores Forzán, la encargada de Oficialía de Partes del ayuntamiento de Xalapa, que más bien parece secre particular de Elizabeth Morales o habrá pasado al final su tarjeta, pero en resumen, salió de la tienda con prendas nuevas… ¿habrá estrenado saco?
    A todos nos puede pasar lo que sufrió Elisa… pero no se puede uno escapar de “la frase iu” ante estas situaciones: ¡Qué oso!
    Y cuando creía que había visto todo, ese pinche olfato que me hace percibir “la presencia del enemigo” (dixit Chapulín Colorado): ¡Tres guaruras en la entrada a las salas del cine!
    No faltó quien me dijera que había tres más en la sala cuidando al subsecretario de Gobierno que iba bien acompañado… no me malinterprete… si digo que iba bien acompañado Enrique Ampudia Mello no pretendo decir que estaba con una dama… sino por los seis guaruras que llevaba… ahora sí, ¡como de película!
    En fin… le digo que los paseos ya no son como antes pues no sabemos a quién nos vamos a encontrar en la tienda de ropa o en la sala del cine…

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