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    Ricardo Vázquez S.
    Esfera Política

    En nuestra columna del 14 de marzo pasado, titulada: ¿Para cuándo se van a ocupar del presente y mirar al futuro? coincidimos con el reconocido periodista y escritor Andrés Oppenheimer, quien en un noticiero radiofónico de cobertura nacional en días pasados comentó: que mientras países como China y Japón –por mencionar solo dos- estaban preocupados y actuaban viendo hacia el futuro; la administración federal en México está ocupada en el pasado. Hacía referencia a las solicitudes internacionales de patente que presentan cada año diferentes países: Japón y China, 50 mil cada potencia; México, únicamente 270. Oppenheimer insistió en que un gran número de naciones están ocupados de lleno hacia el futuro. En México están enfrascados en el pasado, sin mirar hacia adelante. La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, es un claro ejemplo.

    En efecto, en nuestro país los poderes Ejecutivo y Legislativo le siguen apostando al pasado, al  petróleo y al carbón, haciendo a un lado las energías renovables, sin medir las consecuencias de la contaminación que tarde o temprano la madre naturaleza va a cobrar.

    La pobreza legislativa mira hacia atrás. Teresa Ramos Arreola, diputada en la CDMX por el Partido Verde, hizo una propuesta formal ante el Congreso local para retirar de la capital del país todos los monumentos de Cristóbal Colón y Hernán Cortés, porque: “Estas dos personas constituyeron el origen y la consumación de una Conquista cruel”, afirmó la legisladora Ramos. En Puebla la diputada local por Morena, Cristina Tello Rosas propuso iniciar una campaña de exterminio en contra de perros y gatos callejeros, “porque estorban y generan enfermedades”, argumentó Tello Rosas. La senadora por Morena, Jesusa Rodríguez ya cobró fama por sus pifias de cada semana; cuando no dice que “el clítoris es como la marihuana”, dice que «ricos, pobres, clase media, todos somos animales». Es interminable la lista de disparates legislativos, así se la llevan, en ese sentido, o sinsentido: No hay propuestas serias, no tienen capacidad para debatir; con declarar verdaderas estupideces justifican un elevado salario y demás canonjías que reciben, sin generar ningún beneficio para la población.

    Es innegable el gatopardismo de la 4T: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Lo preocupante para los mexicanos va más allá de que las cosas sigan igual; lo alarmante es que las cosas empeoren. Nepotismo y asignaciones de obra pública sin licitación, son formas de corrupción. Haber impuesto funcionarios carentes de capacidad para ocupar un cargo, sin vocación de servicio, ni responsabilidad, está complicando la problemática que existe en nuestro país, en especial en varias entidades. No hay resultados, no hay ningún problema; por lo que las cosas no siguen igual, empeoran. Lo que se hace arriba, se reproduce abajo.       

    Los acólitos de San Lázaro, de la Cámara Alta, por alguna razón no aceptaron cargar con el paquete de aprobación de los aspirantes a formar parte de la Comisión Reguladora de Energía, CRE. El Pleno del Senado rechazó por segunda ocasión  las ternas enviadas por el Presidente de la República para ocupar un cargo como comisionado en la CRE. Ahora cederán al monarca hacer uso del derecho divino para que haga el nombramiento directo de los consejeros, que por supuesto, serán los mismos que ha venido proponiendo. El Senado de la República no escapa al desaseo, al acusar que apareció la firma de una senadora ausente.  

    Con el nombramiento directo de los consejeros del CRE, por parte del presidente López Obrador, la inminente renuncia de los consejeros independientes de Pemex –por no estar de acuerdo con las decisiones y la conducción de la paraestatal-, aunado a la insistencia de seguir comprometiendo recursos para invertirlos en refinación, sin contar todavía con financiamiento para llevar a cabo labores de exploración y producción de hidrocarburo, posiblemente Fitch, Moody’s y Standard and Poor’s, no tengan que esperar a que se cumpla el plazo de seis meses de beneficio de duda que Fitch le otorgó a Pemex, para emitir una nueva calificación. 

    El riesgo es que Pemex llegue a perder el “grado de inversión” –ojalá no sea así-. La situación se complicaría para el país.

    Las calificadoras están mirando a Pemex y a la administración federal, no con lupa; están atentos observando con microscopio cada movimiento, cada ocurrencia.

    Lo delicado no es que las cosas sigan igual. Lo grave es que empeoren.

    Gatopardismo de la 4T.  

    rvazquez002@yahoo.com.mx

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