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    Luis Alberto Romero

    Hora Cero

    Este domingo se cumplieron 30 años de la fundación del Partido de la Revolución Democrática.

    Originalmente, esta fuerza fue el resultado de la suma de diferentes partidos de izquierda, como el Mexicano Socialista, el Mexicano de los Trabajadores, el Socialista Unificado de México y el Socialista de los Trabajadores, así como de un movimiento que surge en nuestro país tras el fraude electoral de 1988, que impidió la llegada a la Presidencia de la República de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

    En el Sol Azteca coincidieron las más emblemáticas figuras de la izquierda mexicana, desde el propio Cárdenas hasta Heberto Castillo, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo, Amalia García, Gilberto Rincón Gallardo y el propio Andrés Manuel López Obrador, quien llegó a ocupar la dirigencia nacional perredista.

    Después de su fundación, el PRD participó en dos elecciones presidenciales postulando a Cárdenas, en 1994 y 2000, logrando en ambos procesos más del 17 por ciento de los votos, pero cayendo al tercer lugar. Aun así, la presencia del Sol Azteca en la arena política nacional fue constante y sus posiciones en el Poder Legislativo federal y de los estados fueron en aumento.

    Llegó a ser considerado, por su capacidad para organizarse y posicionarse, la más importante expresión de la izquierda mexicana.

    El gran problema ha sido la enorme cantidad de grupos, tribus y corrientes internas.

    La vida interna del PRD ha sido, casi desde su creación, una olla de grillos en la que la disputa permanente es la principal característica.

    Al paso de tres décadas, este partido, que antes era fuerte, ideológicamente sólido, no es más que una pequeña expresión política, un partido casi marginal; basta decir que en la Cámara de Diputados, por ejemplo, el PRD sólo cuenta con un puñado de legisladores federales, 11 diputados y 5 senadores, que representan muy poco para una agrupación que llegó a ser la segunda fuerza política nacional.

    Hoy, el PRD no sólo viene de la peor derrota en su historia, sino que enfrenta una aguda crisis financiera producto de los magros resultados electorales; por si fuera poco, la desbandada de cuadros y militantes, que salieron en masa a Morena, dejaron al perredismo en una posición endeble.

    De los triunfos electorales de Cárdenas en el Distrito Federal en 1997; de Monreal en Zacatecas en 1998; de Sánchez Anaya en Tlaxcala en 1999; y de López Obrador en DF en 2000, ya no queda nada.

    Por otro lado, la apuesta de la alianza con Acción Nacional no ofreció los frutos que los líderes perredistas esperaban y el partido está cada vez más cerca de su extinción que de un resurgimiento que se antoja improbable.

    En Veracruz, por cierto, muy pocos de los viejos liderazgos perredistas se mantienen activos; y aunque hay esfuerzos aislados que buscan mantener vigente al partido, durante años ha prevalecido una corriente para la que la ideología pasa a segundo o tercer término, dado que ven al Sol Azteca como una agencia de colocaciones y, sobre todo, como una oportunidad para hacer dinero fácil. A eso se dedican y de eso viven.

    Perote, buenas cuentas

    De forma reciente, el Órgano de Fiscalización Superior del Estado turnó al Ayuntamiento de Perote el informe de armonización contable correspondiente al cuarto periodo de 2018.

    Dicho gobierno local obtuvo muy buenos resultados en todos los puntos a evaluar: registros contables, presupuestales y administrativos, así como en transparencia y cuenta pública.

    Junto con la obra y la gestión de recursos, el tema del manejo del erario es uno de los que puede presumir la administración del doctor Juan Francisco Hervert.

    Recordemos que en el tercer periodo, el ORFIS calificó con 95.8 el desempeño del ayuntamiento de Perote en el programa de Evaluación de Avances en la Armonización Contable; de hecho, este gobierno municipal fue de los mejor evaluados de Veracruz en esa materia; y hoy lo demostró al alcanzar el 100 por ciento en dicha evaluación.

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