Destacado

    Felipe de Jesús Fernández Basilio

    Desde A Janela

    Hace unas semanas preguntábamos en este espacio cuál iba a ser el destino de todo el dinero que supuestamente se va a “ahorrar” así entre comillas, porque a recortar gastos indiscriminadamente en donde no deben de recortarse no se le puede llamar ahorro.

    Sin embargo, el misterio parece haberse develado y de una manera más burda de lo que se temía, ya que los del partido en el gobierno elaboraron y aprobaron una ley para disponer que se va a hacer con el dinero “ahorrado”.

    Y esa ley es la llamada Ley Federal de Austeridad Republicana, la cual contiene diversos dispositivos sobre los supuestos “ahorros” y también en su artículo 61 nos dice lo siguiente: “Los ahorros generados como resultados de la aplicación de medidas (las de austeridad) deberán destinarse, en los términos de las disposiciones generales aplicables, a los programas del ejecutor del gasto que los genere. Por cuanto hace al Poder Ejecutivo Federal, dichos ahorros se destinarán a los programas previstos en el Plan Nacional de Desarrollo o al destino que por decreto determine el titular”.

    Más claro ni el agua, los recursos “ahorrados” van a ir para cualquier destino que el presidente ordene ya sea dentro de los comprendidos en su Plan Nacional de Desarrollo o a libre voluntad, ya que con el llamado decreto se elimina cualquier filtro legislativo a la disposición de recursos públicos que tenga a bien hacer el Sr. Presidente.

    Y a pesar de que el aludido diga que tiene las facultades pero que las delega en Hacienda, la cosa sigue siendo la misma debido a que Hacienda a ser una dependencia de la administración central, obedece al Ejecutivo.

    Lo anterior aunado a que la facultad solo es delegada, pero en cualquier momento puede volver a su titular original, el cual solo con un decreto puede hacer uso discrecional de esos dineros sin explicar a nadie para qué los destinó.

    Esto no es más que volver a la antigua “partida secreta” que disponían los titulares del ejecutivo en la época del PRI y que unos más y otros menos la usaron para sus intereses personales, para apuntalar a su partido en las elecciones o también para atender emergencias o necesidades urgentes.

    Más el problema en principio no es el destino que se den a esos recursos, sino que lo es el hecho de la discrecionalidad presidencial en su uso, ya que es volver a ese absolutismo presidencial que creíamos haber desterrado de la vida pública nacional.

    Y claro, como consecuencia de lo anterior devienen una serie de problemas subsecuentes, ya que sin rendición de cuentas lo más probable es que la mayoría del dinero sea destinado para un fin no tan lícito, sino cuál es la razón de esa discrecionalidad.

    En un sistema democrático y de equilibrio de poderes lo normal es que asignen presupuestos anuales a los diversos entes públicos y si éstos no lo ejercen para el destino que previamente habían solicitado, los recursos no utilizados son devueltos y en ningún momento son reasignados más que hasta el siguiente ejercicio fiscal.

    Pero no, en el México de López se tienen que resucitar las viejas prácticas, eso sí con un nuevo nombre, porque el presidente no puede ser menos que los que hace varias décadas fueron sus jefes y más ahora que a como dé lugar va a tratar de afianzar a su partido como el nuevo PRI.

    Y por ello no importa que la Policía Federal se haya amotinado por primera vez en toda su existencia, ni que haya desabasto de medicinas en hospitales, ni que se haya caído el apoyo a la cultura, a las artes y a los deportes entre otras muchas cosas que estamos viendo.

    Ya que el dinero que se ha sacado de todos estos rubros y otros más, seguramente va a ser destinado para echar a andar los programas clientelares que todavía no han despegado, así como para fortalecer a al partido en el gobierno y a sus candidatos, tal y como lo hacían en el viejo PRI del cual Morena no es más que su cuarta transformación.

    felfebas@gmail.com

    Twitter: @FelipeFBasilio

    Hacer Comentario