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    Salvador Muñoz

    Los Políticos

    Sabe usted cuál es el tiempo más valioso… sí, de seguro ¡el suyo! Por eso es que conduce a una velocidad temeraria, con la mirada eso sí, al frente, para evitar que los baches o guardar la distancia prudente con el pinche carro lento que va adelante y poco entiende de lo valioso que es su tiempo porque tiene que llegar al trabajo, tiene que dejar o ir por los niños, o simplemente considera que manejar a 30, 40 ó 50 km por hora en la ciudad “es de lerdos”…

    ¿Caminar o conducir? Decidí caminar de la casa a la Plaza que a ritmo de andarín me dejaría en mi destino en unos 15 minutos… quizás 5 más si me hubiera ido en el carro. Cuando alcanzo la avenida Lázaro Cárdenas supe que había tomado una buena decisión: a la altura del puente Miguel Alemán, hubo un choque que involucró a cinco unidades haciendo un martirio para los conductores que se dirigían hacia Sefiplan… me pudo haber tocado el tráfico.

    Me gusta caminar por el estacionamiento de la Plaza, en la orilla, para evitar la banqueta de Lázaro Cárdenas, que entre puestos de ambulantes y quienes esperan el bus urbano, la hacen intransitable… en Xalapa, he observado una costumbre peculiar entre nuestra tercera edad: caminan en la calle, en el arroyo vehicular… pero no en la banqueta. Insisto: Esto, en Xalapa, no sé si en otras ciudades ocurra lo mismo. ¿La razón? Muy simple: muchas de nuestras banquetas están deformes, invadidas por escalones, subidas o bajadas para entrada de carros que hacen que nuestros ancianos pierdan la verticalidad… por eso prefieren bajar al arroyo, a la calle…

    Circunstancias diferentes, pero no tanto… ayer jueves, una pareja de ancianos que pretendía cruzar una carretera porteña, frente a la empresa “Abastecedora de Materiales del Centro”, fue arrollada… perecieron ambos… sí, ¿qué conductor puede imaginar que una pareja de ancianos va a atravesar la carretera?

    La Mujer dice que soy un exagerado… yo creo que tengo “Trastorno de Pánico Vehicular”… cada vez que me subo a un carro, observo mi entorno para dar inicio a una “Lotería”: ¡El carro! ¡La señora! ¡El viejito! ¡El perro! ¡El semáforo! y un sinfín de palabras que pueden saltar con la misma vertiginosidad con que maneja el conductor… En descargo de Marlon Ramírez he de decirles que conduce “relax”…

    En cuanto a la Mujer, a cada rato la espanto por mis arrebatos expresivos pero la exaspero por mis explicaciones: “Siempre mantén la posibilidad de que se puede atravesar el señor, el perro, de que alguien se cruce, de que…”, sí, casi le expongo los 14 millones 605 futuros posibles del Doctor Strange que no entiende, como quizás tampoco la referencia algunos de los lectores…

    Cuando viajamos por carretera, tengo ataques repentinos de angustia y por qué no decirlo, de dolor, cuando veo algún animal atropellado como puede ser un perro, gato, tlacuache, zopilote, ¡vamos! ¡hasta un burrito! Y siempre le digo a la Mujer que por eso extreme precaución… también ayer, un par de elementos de la Policía Municipal de Xalapa que conducían una motocicleta, atropellaron y dieron muerte a un can en la avenida Murillo Vidal; ellos derraparon pero no ameritó que fueran hospitalizados… recordé una entrevista que le hice a un funcionario… me platicaba de su afición por las motos y su gusto por la velocidad. Le pregunté si nunca había tenido un accidente y me dijo que sí, que cierta ocasión, en carretera, se le atravesó un perro y por esquivarlo, derrapó y se fracturó la pierna… estuvo a punto de morir por la lesión, ¡pero salvó al perro! Es curioso, pero quien hizo eso, cuando lo entrevisté, era Policía, como los dos que este jueves atropellaron al perrito. Era Arturo Bermúdez Zurita.

    Al final, todo esto lo pudiéramos resumir en lo valioso que es nuestro tiempo como para no bajarle un poquito al acelerador.

     

    smcainito@gmail.com

     

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