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    Naldy Rodríguez 

    Transparencia 3.0

    Una aplicación de origen Chino que lleva por nombre Tik Tok trae de cabeza a nuestras niñas y niños que nacieron en el medio digital, en el boom de las redes sociales, en la popularización de las tabletas y en la masificación del wifi.

    Similar a Vine (un sitio web que fue lanzado por Twitter a finales de 2012), sirve para crear y compartir vídeos cortos de 3 a 60 segundos, algunos musicales y otros con divertidos tonos de voz, que permiten incentivar la creatividad de sus seguidores. Se trata de una plataforma líder de vídeos en Asia, Estados Unidos y otras partes del mundo.

    El principal uso que ha tenido Internet desde su creación (por ahí de 1969) es para entretenimiento, además de la educación. Y los usuarios, son cada vez más jóvenes. La última Encuesta sobre Disponibilidad y Uso de la Tecnología de la Información, aplicada  por el INEGI en 2018, revela que en México hay 74.3 millones de personas de seis años o más que utilizan Internet, cifra que representa un crecimiento de 4.2 por ciento con respecto a lo reportado en 2017.

    Dicho instrumento permite ver el comportamiento por grupo de edad poblacional. El porcentaje de niñas y niños que utiliza internet es mayor que el grupo de adultos de 55 o más años. De cinco por ciento el primero sobre el cuatro por ciento del segundo.

    En los últimos meses, Tik Tok se ha convertido en una moda entre estudiantes de escuelas primaria. Hay menores de edad conectados a esa red con cuentas abiertas, niñas de ocho o diez años que se exponen en sus espacios más personales, alegres y auténticas, sin pensar ni imaginar que existe maldad y depredadores en las redes digitales.

    Sin saber siquiera el significado de pederastia, grooming o acoso, las niñas se graban bailando vestidas con ropa casual y, en algunos casos, hasta en ropa interior, en la sala de la casa, en su recámara o en la de sus padres, en su cama, en el closet, frente al espejo. A veces solas, en otras acompañadas para seguir la misma rutina de baile.

    La dinámica de las redes sociales y aplicaciones web ha hecho de los nativos una generación expuesta, con una necesidad imperiosa de grabarse para verse en diferentes plataformas como sus youtubers favoritos.

    Por su corta edad, no alcanzan a ver los peligros reales ni la diferencia entre lo público y lo privado: Lo cierto es que que deberán aprender a cuidarse, también en los espacios virtuales, no solo en los físicos.

    Mientras eso sucede y en tanto no logren dilucidar esa delgada línea que existe entre uno y otro, los adultos debemos asumir la defensa de su espacio privado y de esas dos vidas paralelas que empiezan a llevar a tan corta edad: la real y la virtual, para que sean lo más parecidas y honestas, sin exponerse a quienes abusan de su inocencia.

     

    Transparencia3.0@hotmail.com

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