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    Enrique Yasser Pompeyo

    Mesa de Redacción

    En Veracruz, pese a los discursos, la realidad que sufren cada día los ciudadanos es cruda, dura, dolorosa.

    Los feminicidios continúan en el norte, centro y sur del estado. Negar las cifras no cambiará el hecho de que siguen matando a mujeres.

    Debatir si la entidad ocupa el primero, tercero o sexto lugar en feminicidios no es el tema, el punto es que no debería haber una sola mujer asesinada.

    Los crímenes de odio contra personas de la comunidad  lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual, tampoco cesan.

    Las extorsiones y el cobro de piso han generado el cierre de negocios, así como la salida de familias de territorio veracruzano.

    Los secuestros mantienen en la incertidumbre a la población, pues ya no existe la certeza de que aun cuando se pague el rescate, los delincuentes respetarán la vida de la persona privada de su libertad.

    A todo eso se suman los crímenes contra taxistas, el robo de cajeros automáticos, el asalto a bancos y comercios.

    La masacre en el bar Caballo Blanco de Coatzacoalcos, que enlutó a decenas de familias, no se olvida y la sociedad exige respuestas. Lo mismo sucede con el multihomicidio de Minatitlán.

    La violencia sigue escalando y el discurso de papel se rompe ante la inseguridad que prevalece en Veracruz.

    enriquepompeyo@hotmail.com

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