Naldy Rodríguez
Transparencia 3.0
“Hoy es el día”…y se desató el infierno. Así cabeceó Ovaciones para informar a sus lectores sobre la tragedia ocurrida en Torreón, Coahuila, que enlutó al menos a dos familias y desató el debate mediático sobre la seguridad en las escuelas, la crianza de los hijos, las responsabilidades del estado frente a la violencia armada y el contexto de inseguridad que viven las niñas y niños en México.
Al revisar 11 medios nacionales impresos en su edición del sábado 11 de enero, dos (Reforma y La Prensa) llevaron en la portada la imagen de la maestra y el niño en el piso, caídos, tras el infierno detonado por las balas y la pólvora que emitieron dos pistolas, una calibre .40 y otra .25, mientras el miedo inundaba los pasillos y aulas del Colegio Cervantes.
Otro periódico llamó al pequeño de 11 años que protagonizó este grave incidente como “niño agresor”, uno más destacó en el titular su condición de orfandad (estigmatizando) y en otro parecía que responsabilizaban de los hechos a los padres del Colegio Cervantes que se negaron tres meses atrás a la implementación del “Operativo Mochila”.
El Sol de México y El Heraldo de México fueron más mesurados y responsables, porque señalaron los hechos sin caer en juicios de valor y protegieron la identidad de las víctimas, tanto en las imágenes como en los textos escritos.
Aun cuando la difusión pudiera tener un carácter informativo y debe privilegiarse la libertad de expresión, en los últimos años en México se tienen leyes que protegen la intimidad e identidad de las personas, poniendo mayor énfasis en los menores de edad, se encuentren o no en condiciones de vulnerabilidad o en un contexto de violencia.
Me refiero a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, publicada en diciembre de 2014 y cuya última reforma fue en octubre de 2019; a la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares, además de esquemas de autoregulación como los códigos de ética de periódicos que se encuentran vigentes.
Se considera una violación a la intimidad de niñas, niños o adolescentes cualquier manejo directo de su imagen, nombre, datos personales o referencias que permitan su identificación en los medios de comunicación, que menoscabe su honra o reputación, sea contrario a sus derechos o que los ponga en riesgo, conforme al principio de interés superior de la niñez.
Además, las autoridades de los tres niveles de gobierno, tienen el deber de garantizar la protección de la identidad e intimidad de los menores de edad que sean víctimas, ofendidos, testigos o que estén relacionados de cualquier manera en la comisión de un delito, a fin de evitar su identificación pública.
La Secretaría de Gobierno federal intentó que Facebook y Twitter México no reprodujeran las imágenes de las víctimas para evitar así propagar la violencia. Fue lo que argumentaron a través de éstas mismas redes sociales. También mandó un aviso a a las radiodifusoras y televisoras de todo el país para que se abstuvieran de replicar cualquier referencia del menor de 11 años que disparó a quemarropa, así como de las víctimas.
Algunos vieron la imagen de Reforma como un mensaje de no sumisión frente al pedimento de la Secretaria de Gobernación, para mantener su autonomía y derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, el manejo ético y responsable de la información, así como el compromiso de defender los derechos del ser humano y valores de la democracia, se encuentra plasmado en instrumentos internos y en códigos internacionales como el de la Unesco.
Tras la información que se vertió en cuestión de minutos y horas en las redes sociales y en páginas de medios de comunicación con las primeras declaraciones del gobernador y autoridades de la fiscalía, personas y agrupaciones emitieron diversas y muy variadas opiniones, algunas se van por el rescate de los valores, por fomentar la corresponsabilidad de padres de familia y autoridades, el amor en el hogar; otros se pronunciaron por el regreso del Operativo Mochila, evitar la exposición a la información y video juegos de violencia armada, y otros por el arraigo de una cultura de paz desde las instituciones.
Nada está de más cuando se trata de garantizar un entorno pacífico y tranquilo para la niñez. Sí, revisemos las emociones, sentimientos y la mochila en casa, pero también se pueden reforzar las medidas en la escuela, en un ánimo de corresponsabilidad, para que las problemáticas que atañen a los infantes se vean como un asunto de interés público.
“El niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para poder sentir su calor”. Proverbio africano.
Twitter @ydlan
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