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    Elena Córdova Molina

    Luna Nueva

    Una reciente encuesta realizada por reconocido periódico mexicano “El Universal” que se llevó a cabo el pasado 13 de marzo, revela que la familia es la institución con el más alto porcentaje en la que más confían los mexicanos, 82.5%. Le siguen, la iglesia con un 35,6%, el ejército 28.8%, el gobierno con 21.0%, el INE con 13.5%, la CNDH con 12.5%, la sociedad civil el 10.3%. Y del lugar 8 al 11, con niveles de entre 7.6 y 6.5%, se encuentran los medios de comunicación, los congresos locales y los gobiernos municipales.

    Hoy, nuestro país enfrenta una crisis de salud de proporciones aun no cuantificables. Pero que de algún modo empiezan a manifestarse en muchos ámbitos principalmente económicos y sociales, sin dejar a un lado el político, lo cual nos debe invitar no solo a la reflexión sino a la unión familiar.  Es por ello que quise documentar con datos estadísticos comprobados, citado al inicio de mi colaboración, lo que ha significado y representa para nosotros la familia en todos los ámbitos, tanto cultural como históricamente.

    Ahora bien, en estos días adversos, mucha información corre como nunca en las redes sociales, en el mundo virtual. Lo bueno es que nos sirve para prevenir cualquier posible contagio si seguimos puntualmente las indicaciones al respecto. Lo malo es que vemos mucha información falsa como señalamientos sin ton ni son al gobierno en turno, con o sin razón. La paranoia hace presa fácil en muchas mentes y en el colectivo mexicano. De todo hay cosas ciertas, el coronavirus ataca a las personas adultas mayores, a los diabéticos, hipertensos, gente con enfermedades crónicas que le disminuyen sus autodefensas. Es decir, su sistema inmunológico.

    A la fecha, prácticamente estamos inmersos en la fase dos, lo cual significa que la presencia de contagios no será por contacto inmediato, sino se desconocerá al portador o la forma en la que las personas adquieran el virus.  Incluso, se dice que ya existen casos de transmisión comunitaria, los cuales serían más visibles dentro de unas semanas. Estos se caracterizan por la posibilidad de ser portador del virus, sin padecer de la enfermedad, y transmitirlo a quienes le rodean. Ahora se entiende la gravedad del asunto.

    Como lo he planteado, no hay nada más importante que resguardarnos en familia, esta es la parte más positiva de la pandemia, la posibilidad de reencontrarnos, de estar más en contacto, o comunicación estrecha con las familia, sea en el mismo lugar o donde se encuentre.

    Nos encontramos hoy en el momento donde el mundo se detuvo, donde la pandemia nos detuvo, donde una fuerza mayor a los trabajos, a los tiempos, a los jefes, a la economía, nos detuvo. De esto estamos encontrando el verdadero valor, la familia en su más profundo sentido, la convivencia.

    Hagamos de esta situación el mejor momento dentro de casa, jueguen con sus hijos, hagan comida con mamá, llenemos esa sobre mesa de pláticas y risas interminables, dejemos que la cama se llene de huéspedes, hagamos que nuestro mejor mundo vuelva a ser nuestro hogar, al lado de la familia.

    Recordemos los valores que nos hicieron una mejor sociedad, escuchemos los puntos de vista de cada miembro de la familia, no a través de un celular, sino en una conversación profunda, porque al final, el mundo nos vuelve a recordar  una y otra vez, que nada es mejor, que poder tener la dicha de estar en familia.

    Hoy me llena de fe y esperanza ver cada vez más historias de solidaridad y hermanamiento entre los parientes, pues este tiempo es de fortalecer los lazos familiares y reforzamiento de valores cívicos y culturales, de análisis y reflexión de comportamientos individuales y de grupo.

    Y lo más importante, estamos poniendo a prueba a la humanidad misma. Saldremos adelante, lo sé…

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