Elena Córdova Molina
Luna Nueva
No hay forma de suplir la presencia física de un maestro frente a su grupo. Podríamos argumentar muchas cosas a favor, por ejemplo, la forma en que estimula de manera individual a cada alumno puesto que él los conoce lo suficiente como para saber quién es buen alumno o quién merece una atención más dedicada. Con el trato diario un maestro es capaz de saber quién de sus alumnos pertenece a una población vulnerable, o con problemas físicos: como asma, hipertensión, problemas cardiacos o casos más graves como conflictos familiares de violencia, depresión, hiperactividad, y muchas otras más situaciones que difícilmente, se pueden observar y detectar en una educación en línea. No señalo que la educación virtual sea mala, pero creo que definitivamente no es muy adecuada para los dos primeros niveles de nuestro sistema educativo en México. Aun no es tiempo.
Para escribir sobre la educación en México y Veracruz, significa revalorar la figura del mentor, del personaje apreciado que trasmite conocimiento, que alimenta las mentes ávidas de sus alumnos y los alienta, para que sueñen con una mejor formación académica y por ende una mejor posibilidad de vida.
Mi educación primaria la cursé en una escuela multigrado, con un extraordinario maestro Fabián, al cual recuerdo con mucho cariño, él con mucha dedicación y vocación de enseñanza se ocupaba de tercer y cuarto año, simultáneamente.
En mi opinión, la figura del maestro rural es única, pocas veces comparable. El maestro rural realmente convive con la población, pues su estancia es de semanas o meses en la localidad donde enseña. Crea lazos afectivos, se involucra y trasmite su convicción solidaria con los padres de familia y población en general. Convive y respeta las costumbres, cultura y su ambiente provinciano en el cual habita temporalmente o a veces definitivamente. Su dedicación y pasión lo lleva a enseñar y a educar conforme las necesidades y demandas educativas de las comunidades rurales. Es decir, se adapta y adopta a lo que ve y siente, sin perder su formación sino al contrario, la fortalece.
En mi querido municipio de Alto Lucero, la educación está en etapa Media superior, puesto que aún no contamos con alguna universidad, tecnológico o normal superior o extensión de estas. Sin embargo es admirable la labor educativa que se desempeña desde el nivel preescolar, luego a la primaria en un avance considerable donde las mamás dicen: «y ya sabe poner su nombre”, con maestros entregados y llenos de amor que van de la mano del niño para mostrarle lo que más adelante serán sus conocimientos básicos que le ayudaran por siempre en la vida diaria, desde una cuenta de suma o resta, pasando por una multiplicación y una división, cosas que las ocupamos hasta el día que morimos.
La etapa de la secundaria y prepa en Alto Lucero es de calidad, tan es así que un gran porcentaje de jóvenes que emigran de los Telebachilleratos y el Cecytev son aceptados en la universidad y a consecuencia de ello, hoy el municipio cuenta con un gran número de profesionistas que enorgullecen a sus maestros y Alto Lucero.
En su día, vaya mi reconocimiento sincero y eterno para los Maestros, quienes, en el caso de los rurales. Dejan su hogar, su familia, las comodidades propias de la ciudad para irse a la comunidad donde “le toco ir a dar clases”.
Espero, que dentro de las cosas que cambiaran debido al Covid-19 también se incluya verdaderamente una educación más digna, con salarios dignos, con trato digno, a los apóstoles de la educación, como bien se nombra a los maestros.
Que Dios bendiga a los maestros es su día.
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