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    Ricardo Vázquez S. 

    Esfera Política

    En nuestro país ha salido a flote un fenómeno sorprendente, tal vez nunca antes visto, en ninguna época: el de la indolencia. Lo que está sucediendo es tan preocupante como la pandemia misma.

    Se ha visto que para la clase gobernante no significan nada los casi 12 mil muertos por Covid-19 –de acuerdo a cifras oficiales hasta el día de hoy–, que en la realidad pudieran ser 20 mil, 30 mil o más los fallecidos por causa del virus, de acuerdo a investigaciones realizadas por profesionales serios, basadas en actas de defunción en la Ciudad de México, ejercicio que también pudiera aplicarse en otras entidades.

    Tampoco representa ninguna incomodidad para el sector oficial que hasta este día personal médico y de enfermería están entregando su vida -así, literal- al cumplir con su deber. Luchar en la primera línea de batalla sin los escudos necesarios, dispuestos a correr el riesgo de contagiarse y de morir por causa del Coronavirus, es solo de héroes. Parece que no hay día que en alguna entidad, principalmente en el área metropolitana de la capital del país, los trabajadores de la salud tengan que salir a las calles a protestar y exigir les proporcionen equipo protector y capacitación para enfrentar al mortal virus.

    Este miércoles se exhibió en un medio de comunicación nacional que en Acapulco, Guerrero, los hospitales destinados a pacientes Covid se encuentran en condiciones desastrosas. El colmo es que los sanitarios asignados para el personal médico están inservibles, tapados; ni siquiera los lavabos funcionan. Ya se podrá uno imaginar en que situación se encuentra el resto del hospital, donde a los pacientes los tienen en los pasillos.

    México es uno de los países que ha padecido gran cantidad de personal médico víctima del virus: 12 mil contagiados y 160 fallecidos.

    Padres de niños con cáncer se vieron obligados a iniciar hace una semana una huelga de hambre frente a la Secretaría de Salud, para exigir a las autoridades medicamentos para reanudar los tratamientos de los pequeños. “Están dejando morir a nuestros hijos”, exclamaban los afligidos padres de familia, hasta que días después los funcionarios de Salud se comprometieron a atender y resolver su petición.

    Por declaraciones oficiales, México es el único país en el mundo en que no son necesarias las pruebas Covid-19, cuando en otras naciones que prácticamente están saliendo de la pandemia como Alemania, van a aplicar millones de pruebas durante la reapertura.

    Pese a todo esto, al dolor, a las tragedias que se conocen cada día, las celebraciones oficiales continúan, con excusas, justificaciones, por escudarse en culpar a los medios de comunicación amarillistas. “La estrategia para enfrentar la pandemia por Covid-19 ha sido la correcta y la adecuada”, “otros países están peor que nosotros”, “la cifra récord de fallecidos por Covid-19 es por ajuste en defunciones no registradas”, las evasivas son interminables.

    Pero como alguien lo dijo: peor que los malos líderes son los malos seguidores, los aplaudidores, los mal informados, poseedores de una ingenuidad rebasada por la indolencia; o los apáticos, indispuestos a salir de su zona de confort para no enterarse de los acontecimientos, del sufrir de la gente, de los más necesitados.

    ¿Cómo podrá convencer el presidente Andrés López a los más de 27 millones de mexicanos en condiciones de pobreza alimentaria, que “para que no se contagien de Coronavirus tienen que comer saludable, no comer productos chatarra, pero también eso es voluntario, no puede ser obligatorio”? Así lo manifestó este jueves.

    Son calificadas de irreverentes las declaraciones por parte de López Obrador, aseveraciones que lastiman en estos momentos de duelo y sufrimiento para decenas de miles de familias. “Ayuda mucho para que no dé Coronavirus, no mentir, no robar, no traicionar”, afirmó el presidente de México.

    rvazquez002@yahoo.com.mx

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