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    Quintín Dovarganes

    Espacio Público

    Las ideas son a prueba de balas”
    -V de Venganza

    Bienvenida y bienvenido a espacio público, un canal democrático para entender juntos, de manera breve, los asuntos de agenda pública.

    Una hora vespertina cada sábado por 3 años, comenzando a los 9, fue la instrucción formal que recibí de niño en computación. Una hora que transcurría entre hacer ejercicios de escritura (a, s, d, f, g con la mano izquierda; h, j, k, l, ñ con la mano derecha), jugar Jack Rabbit o cualquier emulador de Mario Bros que subrepticiamente se encontrara en la máquina que correspondiera ese día –sin mencionar el buscaminas tan socorrido-, y abrir Paint para hacer un dibujo salido de una película de Tim Burton.

    Ahora, 20 años después –porque es increíble cómo vuela el tiempo- tengo una velocidad inusual para escribir en el teclado de cualquier computadora. De casta me viene, supongo, pues mi mamá tenía la misma o incluso aún más velocidad en sus dedos para escribir a máquina de escribir. Cuando yo intenté hacerlo en ese instrumento de tortura (para mí), sólo acabé con los dedos adoloridos y rogándole a Dios que las computadoras dominaran pronto al mundo, ja, por lo visto escuchó mis oraciones.

    Sin embargo, paradójicamente, la buena velocidad a la que escribo, no se le debe (no le digan a mis papás) a las clases formales, sino a algo respecto de lo cual perdí la cuenta de cuántas veces me dijeron que no me serviría para nada: msn messenger. Cual dinosaurio jurásico, dominó la tierra antes de que el meteorito de la pocketización, es decir, la disminución y diseminación de los dispositivos electrónicos, le extinguiera para que apareciera Whatsapp, Facebook y Twitter. Antes los mensajitos de amor y comentarios majaderos se escribían hasta atrás de la libreta de alguien, hoy ya se publican en tabla de avisos digital, en fin.

    Lo anterior sirva como botón, las habilidades necesarias para que una persona avance en una sociedad globalizada, han cambiado sin duda. Saber encender y operar una computadora, celular o tableta, es la nueva taquigrafía, saber discriminar información cierta de la falsa, es la nueva lectura de las estrellas y los ciclos lunares, y ser capaz de editar en coworking un documento de Word en Google drive es la nueva cartulina fosforescente en el rotafolio de la vida laboral cotidiana.

    Las habilidades digitales son, a falta de una mejor comparación, el nuevo set de herramientas (taladro, martillo y desarmador incluido) de las masas. Porque por mucho tiempo, el ser humano se encargó de construir casas y edificios, pero hoy el trabajo es la construcción de ideas, y tal y como lo dice el epígrafe de esta columna: las ideas son aprueba de balas.

    No olvide mis palabras, querid@ lector@, cuando esté sentad@ frente a la pantalla en su conferencia de Zoom en lugar de sentarse en una mesa de juntas, abriendo su “correo” electrónico en lugar del buzón de su casa, o googleando el teléfono de su restaurante favorito en lugar de tomar el directorio, porque su vida, como la mía, como la de millones de personas, pende ahora más de una pantalla que de una realidad física, es más, esa realidad física depende del contenido de una pantalla.

    Llamémosle “screenism o “pantallismo”, claramente de pantalla y del sufijo –ismo, doctrina, sistema o incluso culto. Pero ¡qué maravilla! Acabamos de inventar Usted y yo una palabra, un neologismo, con el que seguramente Usted, como yo, como miles alrededor de un planeta redondo que parece plano por caber en una pantalla, nos identificamos. Por eso hoy, si quiere seguir inventando conceptos conmigo, hablamos de un “Darwinismo digital, porque la selección natural apunta a que será un poco más artificial, llena de teclados, carpetas y reinicios cuando el sistema se atore.

    Sin perder la humanidad, créame, ¡no tema a la tecnología!, hará su vida más fácil y más rica si no se olvida que junto a Usted, hay personas de carne y hueso con emociones y necesidades muy reales.

    Que lo digital nos lleve lejos, solo debe abrir nuestros ojos a aquello que es real: la humanidad no se escribe en ceros y unos, porque su grandeza está en aquello que en lenguaje alguno se puede describir. Por eso el término “Humanidad Digital”, siempre deberá llevar primero, a la humanidad.

    ¡Hasta la próxima, mucha salud hasta entonces!

     

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