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    Quintín Dovarganes

    Espacio Público

     

    Las ideas son a prueba de balas”
    -V de Venganza

     

    Bienvenida y bienvenido a espacio público, un canal democrático para entender juntos, de manera breve, los asuntos de agenda pública.

    El domingo pasado no sucedió nada nuevo. Desperté temprano, comencé a beber mi café y salí a la terraza para tomar un poco el fresco matutino. Una mariposa se presentó como bailarina principal en el escenario verde de las plantas, era de alas blancas con pincelazos negros. Su vuelo era imposible de perderse en el telón de hojas y troncos, y visitaba graciosamente cada flor que le llamaba con su aroma.

    Esa mariposa hizo más que polinizar las flores, me hizo al mismo tiempo preguntarme, por un lado, qué la había traído aquí y a dónde se dirigiría, y por el otro, hacerme la misma pregunta respecto de mí mismo.

    El “efecto mariposa” es uno vastamente conocido en el entorno social, pues más allá de las explicaciones que concluyen que un tifón azotando la isla de Japón puede ser consecuencia del vuelo de una mariposa en la costa occidental de Estados Unidos, se refiere, genéricamente, a que un hecho puede significar un reordenamiento drástico de todos los hechos que le suceden a continuación.

    Una de mis películas favoritas y que por supuesto recomiendo, es “The adjustment bureau” o “Los agentes del destino”, como le pusieron en español. Matt Damon y Emily Blunt le dejarán disfrutando excelentes actuaciones y pensando una premisa excepcional: ¿controlamos nuestro propio camino en esta vida?

    Ese efecto mariposa existe, no sé si lo ha notado, pero si Usted rastrea cualquier cosa tangible o intangible que tenga, le falte, le sobre o quiera, es consecuencia directa o indirecta de una o muchas decisiones que Usted ha tomado en el pasado.

    Analogías podrían sobrar: Usted tiene al frente, una barra de plastilina, un pedazo de diamante en bruto, un cubo de hielo, una sandía, una tabla, y la decisión de qué figura hacer con eso o que uso darle, es totalmente de Usted. “Estoy enferm@” o “estoy san@”, “soy feliz” o “soy desdichad@” para efectos prácticos, son consecuencias de decisiones pasadas, propias o ajenas, incluso fortuitas, que nos dejan con una barra de plastilina que se llama PRESENTE y con la responsabilidad de decidir qué hacer con él.

    Se parece un poco a cuando compramos un mango: tenemos pulpa, cáscara y un hueso. Somos libres de decidir si la pulpa la hacemos gelatina o dejamos que se pudra, si la cáscara la usamos de abono o la tiramos a la basura y si sembramos el hueso o lo desechamos sin utilidad. A su vez, todo eso depende de si queremos aprovechar la pulpa, darle un uso a la cáscara y tenemos espacio para sembrar el hueso, pero al fin y al cabo ¡son decisiones!

    ¡Cuántas veces no culpamos a otras personas por las cosas que nos pasan, y con cuanta frecuencia asumimos las buenas como consecuencia de nuestras decisiones y lo malo como consecuencia de las ajenas!

    Esa responsabilidad de elegir, que parece circunscrita a la materia electoral, ocurre cada día, todo el día, y se llama libertad, nuestro mayor tesoro. Qué hacer con esa libertad, es decir, qué decisiones tomamos, es el mayor dilema, y decidir bien, es la mayor esperanza para gozar del presente con el que nos hemos de sentir satisfechos.

    La palabra “electoral” viene de “elegir”, es decir, escoger. ¿Qué escogería para sí mism@? Porque recuerde que cada elección, es una mariposa al vuelo, con implicaciones visibles y secretas, que Usted puso en movimiento. Gritar o razonar, molestia o empatía, desesperación o templanza, ¿qué echará a volar?

    Deseo para Usted, lo que deseo para mí: siempre elegir bien, para disfrutarlas mientras polinizan las flores de nuestra vida.

    ¡Hasta la próxima, mucha salud hasta entonces!

     

     

     

     

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