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    Alejandro Ortega V.*

    La Trinchera 


    El 27 de febrero, ocurrió el primer caso en México y pese a que el gobierno tuvo tres meses previos para establecer una correcta estrategia de contención de la pandemia, lo que se observa al día de hoy (137 días después) es terrible: México, cuarto lugar en número de fallecidos y octavo respecto al número de contagios en el mundo, a sólo seis mil casos de España que ocupa el séptimo lugar. La estrategia mexicana de contención tiene cifras fallidas que chocan con el optimismo oficial porque el “aplanamiento” o la “domación” del virus no ha sucedido.

    El saldo de la pandemia en México muestra una dolorosa realidad; los más pobres, sin ingresos, desempleados y quienes tienen que salir de sus casas para obtener el sustento para sobrevivir, son las principales víctimas.

    Los datos del estudio “Mortalidad por Covid-19 en México” realizado por el Doctor Héctor Hiram Hernández Bringas, investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, refrenda la realidad del impacto y afectación social, destruyendo la mentira de que es una enfermedad de ricos y que los pobres están a salvo “por honestos”.

    Las cifras indican que el 70% de los muertos por Covid-19 son hombres y por esta enfermedad fallecieron 2.1 hombres por cada mujer.

    La pandemia se anidó entre los grupos sociales más desprotegidos de servicios y con limitaciones económicas, principalmente desempleados, amas de casa, jornaleros, jubilados, trabajadores del comercio ambulante, peones, artesanos, vigilantes y técnicos, entre otros, que han aportado 29 mil 400 casos mortales, que representan el 84 por ciento de los decesos por Covid-19 en México.

    Entre los grupos más vulnerables, las amas de casa sin remuneración representan 28% del total de muertes por Covid-19 en el país. Los desempleados, jubilados y pensionados con una proporción del 12% de los decesos, El tercer grupo vulnerable es el de los empleados del sector público, que representan el 11.7 por ciento. El sector de los profesionistas, principalmente desempleados, también está siendo golpeado fuertemente por la pandemia. Este grupo presenta el 6 por ciento de los decesos por Covid-19.

    El 71% de los muertos por Covid-19, tienen una escolaridad de primaria o inferior; 16% tenían instrucción académica de secundaria o preparatoria, mientras que el 13% cursaron estudios profesionales o un nivel aún más superior. Otro dato importante: El 70% por ciento de los hombres fallecidos tenía entre 40 y 69 años de edad. Entre varones el 9% tenía menos de 40 y el 20% tenía 70 o más años. Entre mujeres, se encuentra un patrón similar: el 65% de los decesos se produce entre los 40 y 69 años, el 27% en los setenta y más, y el 9 por ciento antes de los 40 años de edad.

    Estos datos son parte de un importante esfuerzo de radiografía social sobre el impacto de la pandemia en la sociedad mexicana y deberían ser el punto de partida de las estrategias renovadas de contención, junto con los estudios de movilidad humana en los centros de población y la detección de los principales puntos de contagio en las ciudades donde se concentra el mayor número de casos. En su plan de reactivación de actividades, el gobierno de la ciudad de México ya lo está haciendo.

    Los resultados gubernamentales en la gestión de la pandemia no son satisfactorios y difícilmente son referente de un avance positivo. Las cifras nos acercan cada día más a los países con peores resultados. Las estadísticas oficiales que se presenta todos los días son cada vez más cuestionadas, respecto a la veracidad de las cifras y la credibilidad de los voceros. La conclusión es que la mayor amenaza a la que nos enfrentamos ahora no es el virus, es la falta de liderazgo, de suma de voluntades y solidaridad a nivel nacional, estatal y municipal.

    Estamos en el camino acostumbrado de la simulación de dar cifras y no dar resultados, responsabilizando a la población de su propia tragedia. El tema es serio, no coleccionemos cifras y tampoco festinemos el “aplanamiento” de la pandemia que no sucede. Detrás de cada contagio y de cada fallecido hay un ser humano y nos debe doler que aún no hemos logrado contener este riesgo, siendo la realidad de que no hay fecha probable para acabar con una amenaza latente a la vida de todos.

     

    PD Agradezco la información facilitada por el Dr. Héctor Hiram Hernández Bringas, reconocido y respetable académico que en 2015 fue aspirante a la Rectoría de la UNAM. Su investigación debe emularse en Veracruz y les daría pistas a las autoridades sobre la forma de encarar la pandemia en la entidad y prever las consecuencias de un periodo de contención amplio que va a generar crisis en el sistema de salud, en la economía con problemas de desabasto básico y la inactividad de temas centrales como la educación pública y la reactivación gubernamental que por razones sanitarias se verá en una necesidad de reorganizar sus espacios de trabajo. Analizar la agenda pública que se avecina es absolutamente prioritaria para el buen gobierno y será una crisis muy seria, si no se lleva a cabo.

     

    * Director del Observatorio Poder&Política

     

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