Alejandro Ortega V.
La Trinchera
Cinco meses después del primer caso de COVID19 en México, la pregunta de la gente es ¿para cuándo acabará este mal? No hay una respuesta precisa, exacta en el tiempo; no la hay por ahora y fundamentalmente el mundo depende del desarrollo de una vacuna que inmunice a toda la población mundial.
La experiencia mexicana no es bien calificada, tras convertirse en el cuarto lugar del mundo por fallecimientos, detrás de Estados Unidos, Brasil e Inglaterra. La contención de la pandemia y la interpretación diaria de los datos es una tragicomedia del subsecretario de Salud, anunciando el “aplanamiento de la curva”, la dominación del virus y los supuestos “picos” de contagios que no han llegado.
Los cinco meses de pandemia han golpeado la economía y el orden social del país. En el segundo semestre de este año esperan situaciones complicadas que deben estar ya en la agenda de atención de los gobiernos. Es una lista de asuntos que necesitan importante toma de decisiones o serán generadores de crisis que ya se asoman. Van tres ejemplos:
- El inminente agotamiento del primer frente de contención de la pandemia. Los trabajadores de salud que han sostenido una batalla intensa irán a la baja y sin la posibilidad de ser relevados. Al día de hoy se reporta el fallecimiento por COVID19 de 255 trabajadores de la salud y con las tendencias al alza, no hay forma de que el riesgo laboral se reduzca entre el personal médico. Proyecciones futuras advierten que el mes de octubre, con la actual tendencia de crecimiento ocurrirán entre 70 mil y 97 mil decesos en el país y una cifra de contagios -entre los meses de noviembre y diciembre- de 700 mil casos. Los requerimientos de hospitalización, insumos médicos y medicinas rebasan han rebasado las previsiones presupuestales que comienzan a ser deficitarias en instituciones como el IMSS, el ISSSTE, SEDENA y en los hospitales públicos. La concentración de recursos para la atención de la pandemia ha dejado desprovistas a personas con otros padecimientos graves como el cáncer, la insuficiencia renal o el VIH. También se espera la caída en la cobertura de vacunación para la prevención de enfermedades de menores, hasta en un 30 por ciento. En 2019 ya existía esta tendencia a la baja por errores burocráticos del sector salud y se corre el riesgo de rebrotes de epidemias por enfermedades que ya estaban controladas en nuestro país.
- El retorno a clases. La educación enfrenta un complejo escenario de reactivación y retorno a clases, debido a graves impedimentos. Se reanudarán clases presenciales cuando haya semáforo verde, lo que implica una espera aún de meses, rebasando el próximo calendario escolar. En el dilema educativo se destacan tres puntos. El primero, la dificultad de reabrir las escuelas con un enorme esquema de sanidad que implica enorme un gasto presupuestal que podría descansar en la economía de las familias, obligando al pago de cuotas escolares. Segundo, no hay garantías de un pronto el regreso a clases presenciales de los estudiantes y la educación a distancia tampoco es una opción para sectores de la población que carecen de internet y de equipos de cómputo. Pero además, en el mes de mayo el gobierno federal desconectó 47 mil 756 sitios de internet en el país por criterios de austeridad, dejando sin conexión a 26 mil 495 instituciones educativas; no recursos, no señal y no clases por internet. El tercer problema es laboral. El 30 por ciento de los profesores y profesoras al servicio de la educación pública, son parte de la población vulnerable ante la pandemia, por edad o por padecimientos crónicos no contagiosos (diabetes, obesidad, hipertensión), lo que implica un grave problema de cobertura magisterial si ocurriera una apertura forzada. Esto sin considerar que la parálisis educativa ha elevado los casos de deserción escolar, destacándose el caso de los estudiantes de educación media y superior.
- Crisis de abasto alimenticio. El confinamiento suspendió actividades económicas que podrían implicar un problema de desabasto alimentario. En el caso de algunos productos agrícolas se afectaron sus cadenas de producción y comercialización, poniendo en situación crítica algunos sectores productivos como los cítricos con un mercado nacional que consume el 85% del producto y 15% para la exportación. Productos de temporada como el mango que suspendieron la comercialización de sus productos por la alteración de sus mercados externos e internos, como sucedió con la operación de la central de abastos de la ciudad de México, donde llegan más de 15 mil productos de todos los estados y es un eslabón fundamental en la distribución de alimentos frescos para el centro y distintas regiones del país, esto sin contar con las afectaciones de los productores por parte de la delincuencia. La crisis de sector agropecuario se complementa con 764 carpetas de investigación a nivel federal que están abiertas por el delito de robo a transportistas en los tiempos del Covid19.
Estos datos muestran la dimensión de algunos problemas, sin contar otros temas estructurales como es la austeridad forzada del gobierno con inevitables recortes presupuestales, la caída del Producto Interno Bruto en el segundo semestre de 2020, el crecimiento del desempleo, la quiebra de empresas de sectores estratégicos como el turismo y el trasporte aéreo o la caída de los ingresos por venta de petróleo ante una economía mundial inestable que afectará a PEMEX.
El reto está en camino que demanda verdadero liderazgo nacional, estatal y municipal ante una pandemia que por desgracia, seguirá presente.
*Director del Observatorio Poder&Política
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