Brenda Caballero
Números Rojos
“Les quiero informar que periódicamente mi equipo de colaboradores más cercanos y yo nos realizamos la prueba de Covid-19, y a pesar de que siempre tomé todas las medidas de prevención, he resultado positivo según el último examen practicado. Me encuentro bien de salud acatando en casa las medidas de aislamiento recomendadas por los doctores, desde donde estaré atento a que el municipio siga operando con normalidad.
Sigan cuidándose y cuiden de sus familias”.
Ésa fue la publicación en Facebook del alcalde de Medellín de Bravo, Polo Deschamps, hace unos días. De inmediato, los comentarios se hicieron presentes para el edil deseándole pronta recuperación… bueno, no todos. El ex alcalde Marcos Isleño le respondió con “emojis” de risa, más bien de carcajada, ante su contagio. ¿De verdad se estaba burlando? Entiendo que sea su contrincante político, pero la Covid-19 no debe ser motivo de burla. La pandemia es un problema de salud que sigue cobrando vidas todos los días en el mundo.
Sin duda alguna, esta pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros. Hemos conocido actos de generosidad de la sociedad civil, así como actos de rechazo y estigmatización, principalmente hacia los trabajadores del sector Salud, aunque no se salvaron empleados de mercados y hasta indigentes. Se han documentado actos de violencia y de discriminación.
“Después de que se enteraron que tenía Covid, me mandaron parabienes, pero al recuperarme, también sufrí rechazo al igual que mi familia; había personas que no querían ni saludarnos, ni recibirnos en sus comercios”, me platica Luisa.
Pareciera increíble que en plena pandemia reaccionemos así; sin embargo, el Secretario General de las Naciones Unidas en un informe de política sobre Covid-19 y los Derechos Humanos, afirma que desde el brote de esta enfermedad, «la inestabilidad y el temor que engendra la pandemia está exacerbando las preocupaciones existentes en materia de Derechos Humanos, como la discriminación contra determinados grupos en el mundo”.
Según el informe, los que más sufrieron la discriminación fueron los asiáticos y las personas de ascendencia de este continente, frecuentemente el blanco de ataques “por causar” la pandemia y su propagación. Se les atacó verbalmente por medios y redes sociales; se boicoteó sus actividades económicas y hasta en algunos casos, tuvieron dificultades de acceso a las instituciones educativas.
Concluye que en tiempos de crisis y de gran incertidumbre, especialmente de la magnitud como la que estamos viviendo, la gente tiende a buscar chivos expiatorios para desahogar sus frustraciones, preocupaciones y miedos.
En México, el Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) elaboró una guía con la intención de mejorar las relaciones interpersonales en la sociedad en tiempos de pandemia, con la intención de eliminar la discriminación especialmente con las personas diagnosticadas con la Covid-19 o que presentan síntomas de la enfermedad. Incluso atiende quejas por discriminación ante un despido injustificado por haber contraído Covid, por ser familiar de un paciente, o si se le negó la entrada a un comercio o supermercado, por prejuicios y estereotipos.
Debemos entender la “sana distancia”, pero primero hay que poner distancia a la discriminación.
@NumerosRojos_BC
caballero_brenda@hotmail.com
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