Miguel Polanco
Contracomunis
En 1898 y después finalizar la Guerra por el Opio entre Reino Unido y Hong Kong; los europeos consiguieron obligar a China para que éstos les rentaran su principal puerto, como parte de aquella región conocida como “los Nuevos Territorios”.
La “concesión” que China otorgó a los ingleses, fue de 99 años; tiempo que los de occidente llamaron “perpetuidad” y que tenía como finalidad mantener el control de las aduanas, particular e increíblemente, en el rubro que inició con el conflicto de la zona: el tráfico de drogas y su ingreso al país asiático.
Esto, prácticamente “legalizó el contrabando, ante la imposibilidad de los chinos de impedirlo, hasta culminar la renta del puerto hongkonés en 1998 y, posteriormente, en 2047, caducar el acuerdo de autonomía que no le permite a China gobernar a plenitud dentro del puerto más importante del mundo, Hong Kong.
Pero mientras, los ingleses sometieron a los chinos a la mala, durante 100 largos años con el puerto y, ahora, con su respectiva extensión de Gobierno de “un país y dos sistemas”.
La anécdota viene a colación, luego de lo sucedido a principios de esta semana, respecto al “descubrimiento” de López Obrador, quien apenas se vino a dar cuenta –casi dos años después- que el Puerto de Veracruz se encuentra concesionado a 100 años, vía la Administración Portuaria Integral (API-Ver); una de las 26 que operan en México.
Y es que López, fiel a su costumbre de utilizar términos que sulfuren las emociones de los mexicanos; se atrevió a mencionar que la API-Ver firmó una prórroga de 50 años más en su concesión para ser administrada, días después de ganar la elección de 2018, lo cual –según el presidente -representa su “privatización”.
Pero ¿qué hay detrás de estas palabras del presidente? Vamos por partes:
Primeramente, debemos saber que, como ya mencioné, existen 26 Administraciones Portuarias Integrales en México, de las cuales sólo una es privada: la de Acapulco. El resto son operadas por el Gobierno Federal, incluida la de Veracruz.
Así que, de entrada, con eso empieza mal toda la declaración de López. Sin embargo, no porque esté mal el marco de sus palabras, quiere decir que sea un error lo que dice.
El trasfondo es verdaderamente preocupante.
Resulta que la prórroga al título de concesión otorgado para la administración de la API-Ver durante los siguientes 50 años, fue firmada el 06 de julio de 2018, a nombre de Juan Ignacio Fernández Carbajal, quien hasta ese momento fungía como Director General de la misma.
Y se enojó. Imagínense: ¿cómo estar al margen de la cantidad de recursos que genera una API? Pues no…
Pero, aquí viene lo truculento del asunto: ¿quién es Fernández Carbajal? Pues, nada más y nada menos que el hermano de José Antonio Fernández Carbajal, dueño de FEMSA; grupo abiertamente opositor a Obrador; cuya familia concentra una de las fortunas más grandes de nuestro país.
Cabe destacar que, tanto los Fernández Carbajal y otros como Alberto Bailleres o Daniel Servitje, han manifestado en múltiples ocasiones su rechazo al presidente de la República, incluso antes de ser tal, cuando para la elección de 2018, financiaron campañas para evitar que López ganara.
Pero ahora y con dichos antecedentes, el pleito de AMLO contra estos empresarios ha desencadenado una incesante persecución que tiene una sola finalidad: evitar que sean ellos quienes financien movimientos que llevan a la revocación de López en 2022.
Intimidación al más puro estilo del PRI hegemónico del siglo pasado.
Así pues, la declaración del presidente sobre la “privatización” de API-Ver no es más que otro ataque a ese sector empresarial opositor que, además, ahora lidiará también con las restricciones en el consumo de los productos que ellos comercian -y que, valga decir, López Gatell se ha encargado de satanizar sistemáticamente, llamándolos “alimentos nocivos”- luego de las iniciativas presentadas por Morena en los estados, empezando por Oaxaca; lo cual pegará directamente en sus finanzas.
Y así, al igual que los ingleses en Hong Kong; López Obrador intimida, de manera perversa y tramposa, todo tipo de indicio que apunte a fortalecer un posible bloque que atente contra sus intentos de perpetuar el poder en un solo hombre, un solo partido y un solo proyecto… sin pies ni cabeza, pero sí totalitario y fascista.
Consultor en Comunicación Política e Imagen Publica
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