Destacado

    Lorena Piñón Rivera

    CONSUMMATUM EST

     

    Hemos llegado al momento en que todos los mexicanos tenemos un duelo. En el transcurrir de los días, se han acumulado muchas pérdidas a lo largo del desarrollo de la pandemia en el país. Sin excepción, cada habitante de la república ha experimentado el fallecimiento de algún ser querido -familiares y amigos- o padecemos apuros económicos o nos sentimos tensos por el hecho de haber perdido el ejercicio libre de nuestras rutinas cotidianas.

     

    Esta época de luto tiene consecuencias y aumentarán exponencialmente en los próximos años. Por ejemplo, es posible que los estudiantes de bachillerato y universidad puedan sortear más o menos con éxito esta etapa, pues ya cuentan con los hábitos necesarios para estudiar; sin embargo los alumnos más pequeños aún están formando su disciplina y fácilmente pueden distraerse si no tienen la asistencia permanente de un profesor.

    Existe evidencia suficiente como para sospechar sobre la posibilidad de un aprovechamiento satisfactorio de los niños matriculados que tomen las teleclases de la Secretaría de Educación Pública. Esto lo comento porque durante años han existido sistemas de telesecundaria y telebachillerato en el país, pero nunca se había abierto un esquema de teleprimaria.

    Asumo que a lo largo de su historia, los gobiernos no plantearon las clases remotas a infantes, precisamente porque no tienen la suficiente maduración como para aquilatar sus inquietudes y mantener su atención sin contar con la supervisión de un docente.

    Si ahondamos en el ejemplo que ha perdurado en los esquemas alternativos de educación no escolarizada, en donde obviamente no existe la guía de un profesor; hallaremos los modelos de la primaria, secundaria y bachillerato abiertos, los cuales son dirigidos claramente a jóvenes y adultos que ya se encuentran conscientes de que deben forjarse una disciplina para cumplir con sus metas académicas.

    Además, hay dos escenarios completamente distintos: el de los pequeños cuyas familias tienen carencias económicas y por lo tanto se les dificulta tanto el acceso a una computadora con internet como a un televisor, además el de los niños cuyos padres si pueden darles esas herramientas pero precisamente tienen más opciones para distraerse. Un niño que se educa en una pantalla -por mucho rigor que tenga en sus hábitos de lectura, estudio y reflexión-, puede perder con facilidad su atención por los muchos estímulos que recibirá (internet, televisión, ruidos caseros o de su vecindario), sin el poder de moderación de un profesional de la educación.

    Estas clases a distancia, ya sea por televisión o internet, son por ahora la única opción posible, pero tanto padres de familia como maestros y autoridades educativas, debemos estar conscientes de que la eficiencia terminal no será la mejor y las habilidades sociales se mermarán porque los niños han perdido la posibilidad de que su educación sea un acto de interacción social. Esteban Moctezuma tiene la obligación de proyectar una estrategia educativa que revierta lo perdido durante las teleclases.

    Consummatum: Es infame que las autoridades intervengan con violencia a personas que trabajan para sobrevivir. Las autoridades de CDMX deben respetar sus derechos humanos y la posibilidad de llevar alimentos a sus familias. Con el liderazgo de Alejandro Moreno, en el PRI se ha instado a la población a que apoyemos consumiendo con nuestros marchantes, tienditas de barrio y pequeños negocios. @lorenapignon

    Secretaria Nacional de Gestión Social del PRI

    Hacer Comentario