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    Gustavo Cadena Mathey

    Al estilo Mathey

     

    Buen día apreciado lector:

    Escasos de servidores públicos eficientes; de políticos sensibles y experimentados, de aquellos que se sabían conservar “en el fiel de la balanza” como recomendaba Azorín, hoy viene a la mente el recuerdo del político de Tres Zapotes: Angel Leodegario Gutiérrez Castellanos.

    Forjado en las lides priístas, cuando se sabía ejercer el poder, aunque la mayoría lo utilizó para el beneficio personal -sin gran diferencia con los de ahora- Yayo supo mover conciencias, servir con pasión a los veracruzanos en los tiempos de los gobernadores Rafael Hernández Ochoa y Agustín Acosta Lagunes y lo supo ejercer con inteligencia y capacidad, con astucia y sutileza, pero también con energía.

    Conocedor del pensamiento y la filosofía popular, el famoso “manco” ranchero que fue periodista, diputado, magistrado, dirigente del PRI, forjador de periodistas, culto y dicharachero, bohemio y trovador de veras, siempre conquistaba simpatías entre tirios y troyanos.

    De hablar elegante, correcto y persuasivo, maestro de la retórica, entre tantas anécdotas que protagonizó, lo recuerdo a 19 años de su fallecimiento que se cumplen este jueves 9 de septiembre, en una ocasión impactó con sorpresivo discurso no solo al mandatario estatal sino al propio dirigente nacional Adolfo Lugo Verduzco.

    Acababa de sustituir en la presidencia del PRI a Edmundo Martínez Zaleta que se fue de diputado federal y a quien le debía el regreso a la política estatal luego de cinco años de su autoexilio en Acayucan, tras rompimiento con Hernández Ochoa. Mundo fue quien se lo recomendó a Ignacio Morales Lechuga y a don Agustín, tras conocer su historia en una comida con dos periodistas en la casa de Felipe Hákim en la calle Hidalgo.

    ““Sea usted bienvenido a Veracruz, infatigable dirigente Adolfo Lugo Verduzco. Desde septiembre en que asumimos la dirigencia del partido en Veracruz, preferimos el hacer, el actuar, asumiendo el riesgo de errar, de equivocarnos, al rigorista afán perfeccionista que condena al vanidoso a la inacción estéril acabando por perder su capacidad de hacer.

    Sabemos que en estas tareas, frecuentemente no se puede hacer lo que se quiere, que no siempre se puede hacer lo que se debe y que, las más de las veces, no se debe hacer lo que se puede.

    “Sabemos que para esta actividad hay formas pero no fórmulas, curiosa lucha ésta en la que paradójicamente a veces ganando se pierde y perdiendo se gana; actividad ésta, la política, en la que lo adverso debe ser reto a la visión y previsión al temple y a la imaginación del político…”.

    Valioso texto de ocho páginas que por problemas de espacio no se puede revivir más en esta colaboración. tenga el lector paz y armonía en su hogar, Cuide el agua y las plantas, por favor.

    gustavocadenamathey@gmail.com

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