Uriel Flores Aguayo
Gracias a los grupos «XALAPA Antiguo», «XALAPA en la historia» y «México de mis recuerdos» nos podemos asomar a sus publicaciones sobre la XALAPA de ayer en las redes sociales. Es grato observar sus fotografías hasta de cien años o más acerca de nuestra entrañable ciudad. En varios casos junto a las gráficas colocan textos informativos que nos dan una idea de los aspectos y personajes de nuestro pasado. A través de esa extraordinaria y paciente recuperación histórica podemos conocer e imaginar cómo era XALAPA a principios del siglo XX e, incluso, un poco antes. A sus fotos agregan mapas de la época que hacen bastante sencillo formarse una idea concreta de los alcances territoriales de nuestra ciudad. Hasta la ampliación de la calle de «Enríquez» y posterior demolición de las casonas para edificar los pasajes «Tanos» y «Enríquez» el centro de Xalapa tenía características homogéneas y singulares. Hasta la fecha es posible ver las fachadas de casas de esa época. Fue un grave error construir edificios «modernos» sobre las señoriales casas que fueron inspiradas en la arquitectura española y enriquecidas con los aportes propiamente mexicanos. De haber conservado su trazo y fisonomía XALAPA sería una ciudad patrimonio de la humanidad; sin el lujo de lugares como Zacatecas y Guanajuato, que prosperaron con la minería, o Puebla, que tuvo el impulso de la industria textil, pero sí con suficientes atractivos para hacernos sentir más orgullosos de lo que ya somos. Tenemos en Coatepec, ciudad vecina, un ejemplo de lo que significó resistir las transformaciones modernistas. Para XALAPA bien vale aplicar el hubiera sin demeritar lo que conservamos.
A finales del siglo diecinueve fue derrumbado el templo Franciscano que estaba edificado sobre los terrenos donde se hizo el parque «Juárez». Se habla de que su estado era de abandono. Tenía más de tres siglos y medio de existencia. Su fotografía nos muestra una construcción monumental e imponente. De haberse conservado sería un icono de XALAPA; hay que lamentar que no exista. Y así se puede decir de tantas casas que sucumbieron ante los aires modernizadores y mercantiles. Nos queda algo de ese esplendor, de ese estilo que nos dio sello e identidad. A la arquitectura antigua le aprendimos mucho e intentamos darle continuidad; es posible, por tanto, observar muchas casas con ese estilo y la conservación de calles y callejones tal y como eran hace un siglo al menos.
Es de celebrar la valiosa labor de los grupos mencionados, su rescate es útil y nos dota de elementos históricos y culturales para conocernos y valorarnos mejor. Debemos apoyar su labor y tratar de que la sostengan con mayores y diversas proyecciones. De la historia, nuestra memoria, surgirán acciones en el presente. Hasta hace pocos años eran relativamente pocas las fotografías que se conocían sobre el pasado de XALAPA; ahora, gracias al esfuerzo de quienes coordinan esos grupos es muchísimo más, en detalles deslumbrantes, lo que vamos conociendo de nuestra antigüedad. Cada fotografía nos habla de la gente, de su forma de vestir y reunirse; de sus festejos y transporte; de su comercio y convivencia. Cada fotografía es imaginación. Ahí está lo que fuimos. Perdimos algo de un estilo propio pero conservamos esencia. No olvidamos, por tanto estamos seguros de lo que somos. Faltaría saber con claridad lo que queremos.
Recadito: en Veracruz, vemos de lejos los debates nacionales; nos impacta una realidad medio bananera.
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