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    Inocencio Yáñez Vicencio

    Durante siglos ser agiotista, prestar con intereses, fue lo más condenado por el Cristianismo, hasta que primero en el norte de Italia y después en los Países Bajos, los prestamistas se fueron convirtiendo en piezas importantes del desarrollo capitalista y no sólo conquistaron un lugar en las capas financieras sino que también conquistaron un lugar en la decadente nobleza, al casar a sus hijos con las hijas familias tradicionales y con ello, los banqueros, además de dinero, alcanzaron los honores que antes únicamente se obtenían por nacimiento y a partir de ahí, ser banquero pasó de ser un estigma, algo denigrante, a lo más alto de la escala social. Gracias a AMLO y a Morena, hoy estamos viendo la misma metamorfosis que se presentó con el oficio de agiotista y otras actividades con el oficio de soplón, que desde que Jesucristo fue agraviado por la felonía de uno de sus fieles, se considera lo más abominable, pero copiando al testigo protegido de un sistema judicial muy distinto al nuestro, hoy AMLO y Morena, después del exitoso papel de soplón que le asignaron a Lozoya, muchos son los que se apuntan para declarar contra Rosario Robles y Peña Nieto, con la esperanza de ver reducida su condena y hasta de obtener su absolución. Llama la atención la disposición hecha pública de Javier Duarte, de declarar en contra de Enrique Peña Nieto, porque en su caso no existe ya una presunción de inocencia toda vez que un juez lo ha encontrada culpable de sinvergüenzadas que lastiman al estado y a la sociedad veracruzana, por lo tanto no tiene un ápice de calidad moral para declarar en contra del expresidente.
    Con Javier Duarte se ha cometido una gran injusticia , pero no contra él sino contra el pueblo veracruzano, ya que gracias a que siendo gobernador apoyó a AMLO, traicionando a su partido, partido que ha cometido un grave error al no denunciar la tripulada resolución judicial que lo condena, gracias a los servicios prestados a Morena, a una pena que no es proporcional a los daños causados a Veracruz, en perjuicio de un pueblo que AMLO de saliva defiende pero que en los hechos se pone de parte de sus depredadores, alentando la corrupción de los gobernantes ya que hoy saben que pueden robar todo lo que quieran que al final sólo tendrán un apena insignificante. Pareciera que no sólo AMLO está institucionalizando la figura del soplón y esforzándose porque en lugar de ser visto este oficio con desprecio, hoy lo aceptemos como un valor central de la moral de la cuarta transformación sino que también busca dejar con ello un colchón para que los sinvergüenzas morenistas no sientan muy dura su caída. Los soplones y los que hoy han levantado la mano para colaborar como tales, deben saber que la sociedad sabe que en la cárcel no están todos los que debieran estar, pero queremos que sean las autoridades judiciales las que dictaminen si son culpables o no, no unos resentidos y vengadores.
    Duarte y compañía, deben saber que gracias a su traición o delación pueden reducir o evadir la justicia, pero la sociedad siempre los señalará a ellos y a su familia de que todo lo que traen o tienen, es producto de sinvergüenzadas.

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