Mariana Dunyaska García Rojas
En México, el salario mínimo equivale a poco más de 3,700 pesos al mes en los deciles más bajos. En promedio, una persona que padece COVID, durante un mes tiene que gastar 1,000 pesos inicialmente para realizar la prueba, 2,000 pesos de cita con Doctor Particular y 500 pesos aproximadamente de medicinas, dando un aproximado inicial de 3,500 pesos. Ya desde este momento, una persona que vive con el salario mínimo no tendría los recursos necesarios para solventar esta enfermedad, así como los gastos para subsistir.
En este caso, la mayoría de las personas intentarían atenderse en alguna de las instituciones de salud pública, pero esto desde el inicio ha sido desmotivado por el mismo Gobierno, quien desde en la voz López Gatell, han pedido a la población no sólo que no se hagan la prueba sino que se mantengan en casa al menos de que «empeoren los síntomas»; mientras que por otro lado, la falta de insumos y de inversión por parte del Gobierno en Salud, ha hecho que atenderse en Hospitales del IMSS tenga una mortalidad del 45%.
El Gobierno en su criminal negligencia, ha abandonado a las personas que lamentablemente no cuentan con los recursos para atenderse, obligándolos a decidir entre endeudarse para atender la enfermedad por su cuenta o ser tratados en un sistema de salud que se ha vuelto sinónimo de muerte para quienes atraviesan el COVID.
Agradecemos infinitamente la labor del personal médico, quien ha sido la primera línea de defensa frente a la pandemia, pero esto ha tenido un costo, ya que la insensibilidad del Gobierno con los propios trabajadores de salud, nos ha convertido en el país con la mayor cantidad de muertes de personal médico. Igualmente, las familias han tomado un rol inconmensurable frente a la pandemia, atendiendo y cuidando a los enfermos mientras el sistema de salud se encuentra olvidado y sin las herramientas necesarias para atender a quienes padecen esta enfermedad.
Desde Diciembre de 2019 ya había advertencias de lo que este virus podía significar, el camino a tomar para atender a este virus fue señalado por países como Taiwán y Corea del Sur que lograron contener en su momento el brote, pero México no sólo ignoró las advertencias, sino que con su falta de política pública para contener la pandemia dejó a los trabajadores sin apoyo, orillándolos a una terrible disyuntiva: morir por COVID o por no tener comida en la mesa.
Cuando se publique este texto ya habrán muerto 100 mil personas por COVID, 100 mil personas cuya voz fue callada por un Gobierno indolente e insensible. Familias destrozadas por la pérdida de un padre, una madre, un hijo, una hija, un abuelo; viviendo en la incertidumbre de la deuda y el dolor de ya no tener a un ser querido con ellos, mientras Andrés y Hugo se regodean en su impunidad. No olvidemos jamás a quienes abandonaron al pueblo de México frente a esta horrible tragedia.
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