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    lnocencio Yáñez Vicencio
    Desde que tengo uso de razón escucho que cuando alguien habla rebuscado, se le dice que habla como político. No falta razón a los que hacen esta recriminación. Los sujetos de la acción política tienen maneras muy distintas de expresar sus juicios que los dedicados a la ciencia. Un ingeniero puede determinar que un puente conviene que se haga en tal lugar, pero el político ni siquiera puede anunciarlo donde afirma el científico, porque el político debe tomar la decisión tomando en consideración factores comunitarios y de grupos.
    Para Maquiavelo es la verdad lo que lleva a lo útil y no al revés, pero la verdad en política debe estar relacionada con los buenos resultados de la obra emprendida. Para entender la política como acción tenemos que aprender que en todo lo que se dice o se escribe hay mucho que no aparece en las palabras o los textos. No es casual que con frecuencia cuando escuchamos o leemos nos preguntamos que quiso decir ese autor. Necesitamos aprender a extraer de lo que se dijo, lo que se quiso decir con ello. En la mayoría de los casos es mucho más lo que se dice en un segmento sin pronunciarlo o graficarlo, que lo que se plasmó.
    Las dos principales obras políticas de Maquiavelo son ejemplo de lo mucho que está dicho más allá de esos textos, tanto que ha dado lugar a reflexiones que servirían para formar una biblioteca de sus intérpretes, entre los que yo destaco a Pocock, Claude Lefort, Mansfield y Meinecke, que nos llevan de la mano sobre la obra del Florentino, ilustrándonos en pocos más de 500 páginas cada uno sobre un legado que rebasa con mucho lo escrito por el autor de El Príncipe y Los discursos sobre la primera década de Tito Livio. Cuando leemos estas interpretaciones nos damos cuenta del valor de los intelectuales.
    Es maravilloso el desmonte que hace Lefort de las falacias de Leo Strauss. Vale la pena esta aventura que nos permite adentrarnos más allá de lo dicho.
    Respecto a la detención y al desistimiento de los cargos del General Cienfuegos se han externado tantas muchas cosas pero son más las que en ese mar de declaraciones quedan sin registrarse, pero con ellas sabemos intenciones y propósitos que no de declaran. Está claro que cuando Amlo nos dice que no sabía de la investigación de la DEA que derivó en la detención del exsecretario de la SEDENA en EE. UU., nos está diciendo a la vez que los gringos no respetan nuestra soberanía y que traiciona a México al no defenderla. Acepta que la DEA hoy interviene en nuestro país y que no intercambia información con las autoridades mexicanas. Cuando Amlo admite que los Estados Unidos vulneró nuestra soberanía y no hizo ningún acto de protesta contra Trump, es evidente, que un hombre como él, dado a presumir de su patrioterismo , dejó ir una valiosísima oportunidad para mostrar su supuesto amor a México, que levantó sospechas de un doble discurso, de sumisión diplomática y de aterciopelada rabieta domestica.
    Está muy claro que si la intromisión gringa fue sin su consentimiento no hubo un reclamo proporcionado al tamaño de la ofensa y menos se prestó la asistencia a un connacional agraviado en su honor y su familia. Si la intervención se realizó sin el visto bueno del gobierno mexicano, por qué Marcelo Ebrard declara que el retiro de los cargos contra Cienfuegos es un acto de respeto, luego entonces esto da un giro y ya acepta la administración de Amlo que la aprehensión del General fue una acción concertada entre el gobierno mexicano y el gobierno norteamericano y que por eso no hubo protesta y hoy la liberación de Cienfuegos se toma como un acto de respeto, o sea, la detención del General fue un favor de Trump que le hizo a Amlo. Así se entiende por que el día de la detención Amlo, no sólo dió por hecho los cargos sino que declaró que haría una limpia en el Ejercito.
    No fue hasta pasando, seguramente cuando fue informado que no tenía sustento la acusación que disminuyó su tono inquisidor y empezó a hablar que no todos los mandos estaban involucrados y de que había que esperar el juicio, sobre ese recule parece obedecer más a filtraciones de malestar en el sector militar sobre la injusticia contra el exsecretario de la SEDENA. No deja de ser raro que primero la FGR diga que aquí no se le investigaba y ahora diga que si. Amlo se traicionó así mismo cuando firmó la ratificación del tratado trilateral que tanto condenó y que fue la más grande obra de Salinas. Traicionó Amlo a México cuando puso al servicio de Trump recursos y la Guardia Nacional a detener centroamericanos para que no llegaran a los Estados Unidos. Hoy pareciera que no tiene rubor en decirnos que la DEA opera sin respeto a nuestra soberanía con tal de ocultar que los gringos detuvieron al General Cienfuegos a pedido suyo, en represalia por no estar de acuerdo con su gobierno. La revista Proceso, Carmen Aristegui y demás paleros de Amlo, seguirán buscando cargos contra Cienfuegos para justificar su derrrapada. Muy atinado el posicionamiento del PRI y de los que no se someten a los delirios de Amlo. El retiro de los cargos no fue producto de una negociación, como lo quiere hacer creer nuestro mal gobierno. Eso si para hacerlo tuvieron que haber ponderado que un Ejército agraviado no iba a salir a dar su vida contra el narcotráfico, para después ir a parar a las cárceles norteamericanas. Nuestro Ejército es profesional e institucionalizado. Se dice fácil,pero desde 1929, México tiene Fuerzas Armadas que defienden, no que oprimen a su pueblo. No despertemos al México bronco, dijera Reyes Heroles.

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