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    Salvador Muñoz

    Los Políticos

    Viaja de la Ciudad de México a Xalapa. Cuando anuncian su salida, se dirige al andén donde antes de abordar, una mujer le pide revisar su bolso. Lo abre pero al momento de que la guardia introduce sus manos a hurgar entre sus pertenencias, ella la retira y le dice que no haga eso. Sí, es protocolo de seguridad por si llevan armas, pero ella rebate diciendo que no puede tocar sus cosas aun cuando lleve guantes, mismos que utiliza para meter sus manos en los demás bolsos de pasajeras. Cuando sube, el ADO está al tope. La sana distancia entre uno y otro es un plástico a la altura de la cara en medio de los asientos. Tenía hambre. La noche anterior, llegó en la madrugada a su casa… a las pocas horas, la llaman por una cirugía; se prepara y va; luego de ello, descansó un rato, y fue convocada de nuevo… el escenario que ve en el autobús la desanima a comerse sus donas y tomarse el café… ¿aire acondicionado o revoloteo de bacterias? Decide dormir mientras piensa cómo es posible que en aras de no perder, la empresa decida no dejar un asiento vacío, mínimo, por pasajero.

    La doctora no estuvo más de 24 horas en Xalapa… la noche se agüitó para su familia porque le llegó un mensaje: tenía que presentarse en la mañana de este lunes a que le aplicaran la vacuna contra el Covid. Sí, ella está en primera línea. Su hijo lanzó un “¿por quéee?” mientras que el resto guardó un silencio, un poco de frustración y enojo, pero también un poco de alivio. La situación obliga a pensar más en su salud… todos los días, desde hace varios meses, viene enfrentando cara a cara al Covid, que ya le ganó una batalla, pero no la guerra. A la fecha, hay olores que ella no identifica. Es como si se hubieran “borrado del Sistema”.

    II

    El 24 de diciembre que fui atendido por la mordida de murciélago, ya iba de salida cuando se activa un sonidito mientras una voz femenina por el altoparlante anuncia un Código Naranja. Mis pasos son interrumpidos por dos elementos de seguridad del IPAX quienes me conminan a regresar porque hay un “Código Naranja”. Pregunto de qué trata: “Es el traslado de un paciente con Covid”, me dice mientras me lleva amablemente a donde estaba: sección de Infectología.

    ¿Se acuerdan de Jafet Jacobo? El doctor de Letra Bonita (insisto: ¡existe!). Ese día iba a salir a las 3 de la tarde para comer, pero regresaba al área de Urgencias a las 19 horas para pasar la Navidad haciendo guardia hasta la mañana siguiente. Así como él, muchos más. 

    Mientras esperaba mi vacuna, atendió a una señora que le pedía medicamento para el hongo en el pie de su hijo. Le explicó que no podía dárselo porque tenía que venir personalmente él. La señora lo entendió y se retiró después de haber sido atendida, creo que por algo de su diabetes.

    Este domingo, cuando fui por mi segunda dosis de vacuna antirrábica, me crucé con él en los pasillos. No me identificó por el cubrebocas… ese implemento sanitario que de cierto modo nos roba identidad… iba ya a subir por las escaleras, cuando de nuevo, oigo ese sonidito y la voz en el altoparlante anunciando el Código Naranja. Un elemento del IPAX me pide por favor aguardar mientras pasa el evento. Me siento a esperar.
    III

    Recuerdo la plática de una doctora sobre las mordidas. Me dice que en estos días habían atendido mordeduras de perros. ¡Ojo! Sólo un caso se dio con un perro de la calle. Me cuenta que la señora ingresó a la tienda y dejó a su hija en la entrada. Los protocolos sanitarios impiden la entrada de menores de edad. La niña empezó a llorar. El can al parecer le alcanzó el cachete. Los otros casos, perros de casa. Excesos de confianza, como el hecho de que el Centro de Alta Especialidad siga activándose el Código Naranja porque hay el traslado de un paciente Covid. La gente, los de afuera, se confían.
    IV

    La doctora recibe su primera dosis de vacuna. En 20 días recibirá la segunda. No sé si los médicos del CAE Rafael Lucio ya hayan sido vacunados. Ojalá. Están en la primera línea y la verdad, qué chinga se llevan y a veces, muchos ciudadanos, muchos por desidia, no hacemos nada por aminorar la carga que implica su batalla diaria contra el Covid.

     

    smcainito@gmail.com

     

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