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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    Con mi profunda condolencia para mi amigo
    querido, el doctor Rafael Grajales Sansores.

    Recibí la noticia muy temprano por el celular y no lo quería/podía creer:
    ​La ex alcaldesa y ex diputada de Cosoleacaque, la doctora Gladys Merlín Alor, y su hija, la licenciada Carla Enríquez Merlín, habían sido asesinadas antes de las 6 de la mañana en su casa original por un comando armado que había entrado con lujo de fuerza.
    ​No lo quería creer porque Gladys era una amiga cercana en el afecto de mi familia y Carla una joven mujer con un prometedor futuro político, sustentado en su exitosa e incipiente carrera en el sector público. Eran ambas de esas amigas que siempre se quieren y se ven con gusto, con emoción.
    ​Tampoco lo quería creer porque eran mujeres de bien, trabajadoras, apasionadas del arte dela política -que consiste en buscar el bien para todos-, y entraron se esa mala manera a la estadística de los feminicidios en Veracruz, ésos que con tanta enjundia y con tan pocos resultados trata de ocultar el régimen de Cuitláhuac García Jiménez.
    ​Y no podía creer el crimen contra Gladys y Carla porque resulta inconcebible que en Veracruz se sigan acumulando crímenes públicos, resultado de acciones marrulleras, de pésimas jugadas políticas o de malas jugadas de billar.
    ​En Veracruz los demonios andan sueltos y los atrapadiablos no saben qué hacer: dan golpes de ciego (como en Orizaba) y con su ineficiencia hacen que el clima de violencia crezca y se consolide como parte de la vida cotidiana (como en toda la entidad).
    ​No lo podemos y no lo queremos creer, pero hoy tenemos que llorar a la doctora Gladys Merlín y a la licenciada Carla Enríquez, dos mujeres llenas de vida, buenas y sensibles, justas y preparadas, de ésas que tanto necesita Veracruz… Hoy ya se les extraña con rabia, mientras pensamos que eso no debió haber sucedido, no pudo haber sucedido. No con ellas, no a ellas, por favor…
    ​¿Qué hemos hecho de nuestro mundo? Me pregunto junto con todos, porque todos somos culpables cuando se presentan crímenes abominables como éste.
    ​¿Qué ha hecho la autoridad, que llegó con tantas promesas de cambios y mejoras que siguen incumplidas?
    ​¿Dónde quedó el estado de derecho? ¿La salvaguarda de las personas honestas?
    ​Veracruz se sigue estremeciendo por este doble feminicidio que nos duele y nos aterra y nos afecta a todos.
    ​Una vez más, cansinamente, irremediablemente, el Gobierno del Estado tiene la palabra para esclarecer otro crimen que no pudo evitar.
    ​Algo huele a podrido en Veracruz…

    sglevet@gmail.com

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