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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    Nicolás Maquiavelo decía en alguna de sus obras que el hombre poderoso gozaba de una virtud y enfrentaba un problema cuando tenía como colaborador a un hombre sabio.
    La virtud era que contaba con una persona experimentada, conocedora, que podía resolver cualquier problema usando las poderosas armas de su intelecto.
    El problema era cuando El Príncipe quería que su subordinado hiciera algo con lo que no estaba de acuerdo. Por lo general, razonaba don Nicolás, la gente que sabe, difícilmente cambia de opinión, y también es muy complicado que acceda a ir en contra de su ética y de la moral. Los verdaderos intelectuales son muy apegados a las leyes y a las normas, a la virtud.
    Esa reflexión del antiguo politólogo italiano ha estado mucho en la mente de los poderosos a lo largo de la historia, y han optado por una u otra vía, de acuerdo con su propia concepción de cómo debe operar un gobierno.
    Vamos, los hombres rectos se han sabido rodear de los más capacitados para integrar sus equipos de trabajo, mientras los sátrapas han buscado tener perros leales que sigan sin chistar sus órdenes, aunque no se apeguen a la legalidad… o a la humanidad.
    Toda esta parrafada me viene a cuento cuando veo que al frente del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI) refulge la maestra Naldy Patricia Rodríguez Lagunes, una mujer que ha destacado por su profesionalismo en su carrera como comunicadora y además como una funcionaria responsable dentro del servicio público.
    El hecho de que la maestra Rodríguez Lagunes esté el frente del IVAI tiene varias implicaciones:
    Primero, su condición de género hace que esté por encima de la media de los hombres n el asunto de la honestidad. Es sabido que las mujeres son mucho más confiables y que mantienen un sentido de la rectitud mucho mayor.
    Segundo, el hecho de que sea una experimentada periodista (no obstante su aún juvenil edad) la lleva a considerar la transparencia y la libertad de expresión como elementos inherentes e indispensables para el desarrollo de una sociedad democrática.
    Y tercero, como una persona inteligente, de inmediato ha hecho sentir su presencia en el Instituto, que camina hacia la resolución de tantos y tantos pendientes acumulados en los últimos años y ha mejorado sensiblemente en la prestación de los servicios de información a los ciudadanos.
    Al Príncipe de Maquiavelo no le hubiera gustado nada tener una oficina que se dedicara a dar al público toda la información sobre sus acciones de gobierno, y hubiera visto con muy malos ojos que estuviera al frente de ella alguien capaz, honorable, profesional.
    Esperemos que eso no pase en nuestro presente, y que la maestra Naldy Patricia tenga todas las condiciones para realizar su delicada función, por el bien de la transparencia, tan cara a la democracia.

    sglevet@gmail.com

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