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    Manolo Victorio

    Carpe Diem

    Luego del proceso electoral de junio, el Partido Acción Nacional vivió una catarsis autocritica.
    Una semana después del domingo 6 de junio, Gustavo Madero aceptó la derrota del blanquiazul con lacónica dignidad: “es como si jugáramos ajedrez y estuviéramos contentos porque les comimos muchos peones, pero perdimos alfiles y caballos. Porque las gubernaturas son de un peso mucho más importante de lo que son las alcaldías”.


    Y remachó: “si sumamos los votos de Morena, PT, PVEM suman 281, suficientes para aprobar el presupuesto y las leyes sin moverle una coma. El dato que les voy a dar es muy importante: Si hubiera sido una elección presidencial hubieran ganado al obtener 24 millones 327 mil 567 votos (51.6 por ciento) contra los 22 millones 798 mil 242 votos obtenidos por el bloque opositor. Y los que estamos luchando por un cambio debemos admitir este dato objetivo para poder reaccionar a tiempo y ver qué está fallando”, explicó.
    En este escenario derrotista, aplastado por la cuatrote, el PAN no ha podido enderezar el rumbo, registra altibajos indicativos de una crisis interna, carcomido por grupos de poder que buscan imponerse no ideológicamente sino conservar privilegios, negocios y enjuagues patrimonialistas.
    El pasado jueves 16 de septiembre, el PAN cumplió 82 años como partido político, fundado en 1939, su eslogan reza por “por una patria ordenada y generosa, una vida mejor y más digna para todos”.
    Su ideología, basada en el conservadurismo social, conservadurismo liberal radicado en la democracia cristiana y el humanismo cristiano anticomunista y un progresismo de derecha que ha ocasionado choques con el poder omnímodo del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien hace proselitismo y remacha su discurso anti fifí, aprovechando las pifias de los actores del blanquiazul. El Ying y el Yang de la política mexicana, estadio donde el tabasqueño se llevó casi todas las canicas en la elección bisagra.
    Después de la desastrosa visita de Santiago Abascal, presidente el ultraderechista partido VOX, a invitación expresa del coordinador del PAN en el Senado, Julen Rementeria del Puerto; la lógica y el sentido común apuntarían que el legislador porteño aprendió la dolorosa lección de invitar a un seudo Quijote combatiente del comunismo.
    No. Pareciera que Abascal le dejó el yelmo, la espada y el caballo al ex comerciante de ropa, quien se creyó la que la lucha trasnochada contra el comunismo va en serio y ahora se bate contra los molinos de vientos de la cuatrote.
    Alejandro Páez Varela (Sin embargo.mx) sintetizó en un análisis llamado ‘México con J’ que significó la visita del señor Abascal a los senadores panistas mexicanos: “está bien que se hayan abierto. Está bien que digan quiénes son, cómo piensan, qué los mueve. Porque van por el mundo hablando de “humanismo” y les garantizo que ni siquiera saben de dónde viene esa palabra que han prostituido. Me llenó de satisfacción que abrazaran las causas del presidente de Vox, Santiago Abascal. Pero les debo advertir que el presidente de Vox los abrazaría por pragmatismo y frente a las cámaras. Y al volver a casa se habrá bañado con loción porque por dentro –así es su ideología– los aborrece. Lamento decirles, señoras y señores panistas”.
    No. Julen Rementería insiste en toparse con pared.
    Unos días después de volver a la opinión publica con lo que llamó el ‘Cubagate’, el senador, asiduo quizá a las novelas de espionaje de John le Carré, se metió con la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, a quien señaló de cometer fraude por más de 500 millones de pesos en la contratación de los médicos cubanos que vinieron a combatir el Covid-19 a México.
    Después de lanzarse contra “la oposición moralmente derrotada”, el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó al conservadurismo de esgrimir un doble discurso, de ir contra los intereses del pueblo, deseosos de instaurar una monarquía en México.
    Los tachó de vendepatrias, xenófobos, clasistas y demás linduras, en desplante fino como torero que libra la embestida con faena limpia, sin desperdicio, artística, de filigrana discursiva.
    La política, sí, tiene que ver con la moral; pero no con el aforismo del cacique Gonzalo Natividad Santos respecto a que ‘la moral es un árbol que da moras’ en desprecio campirano de las formas apegadas a la honestidad en el ejercicio de la gobernanza.
    Julen Rementería del Puerto fue por lana; salió trasquilado en un mar dominado por los nuevos reyes del océano político.
    Hasta el gobernador Cuitláhuac García Jiménez se trepó al mame del trending topic generado por los disparares del senador panista y calificó a los conservadores como los parlanchines de la política opositora, solitarias golondrinas que no hacen roncha en el espectro de la oposición.
    Cuidado. Este arriesgado intento de colocarle el collar al gato puede provocar un cambio en el carácter del minino y puede responder con un zarpazo, total, también en la cuatrote el presidente es el dueño del día y la noche, administrador de vidas y haciendas.
    Quizá lo único que logre Julen Rementería es que el dueño de la cantina Bull Pen le prohíba la entrada como parroquiano, toda vez que su mística de servicio es un homenaje permanente al régimen cubano.
    Este discurso tozudo e insistente contra la cuatrote es una empresa cuesta arriba, en la que el político panista escucha aún a Don Llévelo, quien le recomienda que la publicidad política puede ser buena o pésima, siempre que sea publicidad.
    Una lona en una lonchería de Xalapa dice: ‘por favor, si le gustó nuestro servicio, recomiéndenos con sus amigos; si no le gustó, recomiéndenos con sus enemigos, ¡pero recomiéndenos!
    Cosas de la real polítik veracruzana ideada para batirse contra los molinos de viento de la cuatrote en pos de un lejano 2024 dinamitado palmo a palmo, que descabeza a priori a quienes osen placearse como aspirantes a la gubernatura veracruzana.
    Quizá sea hora de repasar los aforismos de Jesús Reyes Helores, sobre todo el que se refiera a “los negocios no se compadecen con la política. Los hombres de negocios y los políticos ni deben confundirse ni, menos, caer en la doble función. Los únicos negocios que a los políticos o funcionarios nos deben interesar son los negocios públicos. Los negociantes, que se ocupen de los negocios privados”.
    @ManoloVictorio