Destacado

    Uriel Flores Aguayo

    Nos está tocando vivir fenómenos extraordinarios que ponen a prueba, globalmente, nuestra salud y la paz. Es el caso del COVID-19 que ha sido implacable en enfermos y muertes, además de devastación económica y problemas sociales como en la educación. Nuestras certezas de paz y armonía mundial saltaron por los aires con la invasión Rusa a Ucrania. Hace décadas que no había un conflicto armado de esa magnitud en Europa. Es una guerra decidida unilateralmente por un solo hombre: Vladimir Putin, cuasi dictador de Rusia con sueños de restauración de lo que fue la Unión Soviética. Sin contrapesos institucionales, con un régimen despótico, optó por una guerra suicida que, a la larga, va a perder. Puede imponerse militarmente, cuenta con un ejército grande y abundantemente armado; incluso, lo hará sin respetar a la población civil. Pero no podrá controlar del todo a Ucrania, será repudiado en su interior y, tarde o temprano, se retirará. No hay forma de que la inmensa mayoría de la sociedad Ucraniana ceda su dignidad y orgullo nacional. El problema es que todo eso ocurrirá después de haber causado sufrimientos, destrozos y muertes. Ucrania podría recuperarse económicamente más rápido con la solidaridad de la comunidad Europea y el mundo libre en general. Luego de la guerra, en alguna medida desde ahora, las penurias económicas las tendrá la sociedad Rusa. Ese país sufrirá un descenso importante en sus condiciones de vida, habrá descontento social y protestas anti gubernamentales que pueden ser peligrosas para el predominio de Putin.

    La guerra significa muerte, no es buena ni mala. Sólo desde la más oscura ignorancia se puede apoyar; hacerlo es transparentemente inmoral. Son desgarradoras las imágenes de la destrucción y las muertes de la población civil Ucraniana. Todo lo que se pueda hacer por parar la guerra, se debe intentar.

    La decisión de Putin y un pequeño grupo, la élite Rusa, de invadir a Ucrania, es aparentemente inexplicable. No tiene lógica a primera vista. Parece de esos hechos que se repiten en la historia como actos despóticos que terminan en desastre; recuérdese la Segunda Guerra Mundial iniciada por Hitler. Al final todos perderán, sin embargo será sano ejercer acciones de justicia contra Putin, como criminal de guerra. Es importante no perder de vista que Ucrania es un país soberano, con vida democrática, que está siendo invadida por un gobierno extranjero.

    Esta guerra cuyo desarrollo está al alcance de quien quiera en tiempo real, con información amplia y a detalle, sin perder de vista qué hay esfuerzos propagandísticos mutuos para ganar la narrativa, nos recuerda que las certezas son endebles, que lo que parece imposible o ilógico ocurre. Es una llamada de atención para los gobernantes y las sociedades, sobre todo las nuevas generaciones, de que se debe trabajar permanente por la libertad, la paz y la democracia. Un gobierno con equilibrios y contrapesos, lejos de caudillos y dictadores, no haría la guerra. Aunque es meramente simbólico desde aquí va un saludo solidario con la gente de Ucrania, que resiste con honor las atrocidades del tirano Ruso .

    Recadito: ultra urgente que el Ayuntamiento tome medidas contra los atracos a Xalapa.
    ufa.1959@gmail.com