Sergio González Levet
Sin tacto
México es una República federada que mantiene un estado de derecho sobre la base de su Constitución Política federal, que es la norma que rige a las instituciones nacionales, y de las leyes que de ella emanan.
La legalidad jurídica establece la justicia y la seguridad en la convivencia de todos los habitantes del país. Sin la legislación no seríamos una sociedad viable, y eso lo entienden todos los ciudadanos… menos el presidente López Obrador y su grupo de colaboradores y seguidores.
No hay constancia en la historia moderna del país de que un mandatario haya ninguneado tanto nuestras leyes como lo hace AMLO.
Ayer, simplemente, se quejó públicamente de que los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ¡“solamente ven lo legal”!, y no toman en cuenta otros factores (no alcanzo a dilucidar cuáles podrían ser estos elementos, que estarían por encima de lo que establecen la Carta Magna y los distintos códigos.
El Patriarca de Morena ha dado señales en múltiples ocasiones de que las leyes le estorban. De acuerdo con lo que dice en sus mañaneras, deben ser más importantes su voluntad y sus ocurrencias que las normas que nos hemos dado sustentadas en el Derecho.
Igualmente, ha insistido constantemente en sus opiniones, tempraneras o no, que los jueces deben sentenciar de acuerdo no con la justicia, sino con lo que convenga al movimiento que él encabeza…un movimiento que no es tal, sino un partido político que ganó democráticamente la elección, lo que obliga a su Presidente a que respete las instituciones y el estado de Derecho.
Me detengo aquí porque es importante consignar que cuando una persona o un grupo llega al poder por medio de una insurrección armada -de un “movimiento popular”- tiene la capacidad de echar abajo el gobierno anterior y hacer una profunda transformación de sus instituciones y de sus leyes.
Es el caso de la Revolución mexicana, y de las revoluciones de izquierda que ganaron en el siglo XX: la rusa, la china, la vietnamita, la coreana, la cubana, la nicaragüense, la salvadoreña.
Pero no sucede lo mismo si alguien conquista el poder por medio de una elección democrática. En ese caso, insisto, está obligado a defender la Constitución y la forma de gobierno.
Ésa es la razón por la que las leyes le estorban a la autollamada Cuarta Transformación, ya que debería ajustarse a los límites que le marcaron los electores y que les recuerda nuestra Ley de Leyes.
Lo legal, señor Presidente, es lo más importante en el estado de derecho en que vivimos. Tiene usted la obligación de guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y si no… que la patria se lo demande.
Y ya del Gobernador de Veracruz y sus excesos ni hablamos…
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