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    Felipe de Jesús Fernández Basilio
    Desde A Janela

    Últimamente se ha encendido un gran debate en torno a que, si la Guardia Nacional, que se supone es la actual policía federal, debe de pertenecer a las fuerzas armadas o si, por el contrario, esta institución debe de estar en manos civiles.


    Si nos vamos a lo estrictamente político, la reforma constitucional no va a ser aprobada debido a que los partidos oficialistas no cuentan con la mayoría calificada que se requiere para tal fin y en consecuencia López Obrador va a llevar a cabo lo que mejor sabe hacer: emitir un decreto que será impugnado por inconstitucional para que algún día, mucho más lejano que cercano, la Corte lo resuelva y mientras ese tribunal no se pronuncie, de facto tendrá vida ese decreto.
    Pero más allá de las marranadas, no se puede llamar de otra manera al actuar por encima de la constitución y de las normas que de ella emanan, de López Obrador y sus compinches, es imperativo irnos a un plano conceptual para darnos cuenta de que todo este sainete es un despropósito monumental que no deja nada bueno al país, ya que no resuelve ni la impunidad ni la inseguridad que son los grandes flagelos que se supone deben de ser combatidos por dicha corporación.
    Para empezar, es necesario saber qué se entiende por guardia nacional y la definición más universal que existe para dicho término efectivamente es militar y consiste en tropas formadas por reservas con poca instrucción y sus mejores ejemplos a lo largo de la historia fueron los “Landswehr” alemanes, que como su nombre lo indica, eran conscriptos de las diversas ciudades-estado que existían para su eventual defensa en Alemania antes de unificación y después, el término se generalizó en los Estados Unidos durante la guerra civil como los voluntarios (no militares profesionales) que cada estado aportaba a la Unión o a la Confederación, según el bando en el que estuvieran.
    Cabe señalar que, tanto en la Nueva España como en el México independiente, lo más cercano a lo que se entiende como guardia nacional fueron las milicias vecinales que se conformaban para defender ciertos poblados o regiones.
    En la actualidad, ese nombre se utiliza para designar a las fuerzas conformadas por quienes están llevando a cabo el servicio militar en cada estado de la unión americana.
    Entonces, tenemos que el concepto de guardia nacional se refiere a una fuerza militar conformada por elementos no profesionales que sirven para defender en caso extremo alguna región.
    Con lo anteriormente señalado, tenemos que desde que se diseñó, al inicio del sexenio de López Obrador, a la guardia nacional como una corporación destinada a sustituir a la policía federal; se incurrió en un error de planeación institucional muy grande, el cual por ignorancia (esa no se disculpa) los legisladores opositores aprobaron en la falsa creencia de que los mandos iban a ser militares un tiempo para que después fueran civiles.
    Sin embargo, el nombre dado a la institución no lleva a engaños, se trata de una fuerza militar con poca instrucción, tal y como la están implementando y al quererla militarizar, conceptualmente tienen la razón.
    Aquí lo que debemos de cuestionarnos es si el país requiere de otra fuerza militar, la cual para colmo no es profesional como sí lo son las regulares o ni se diga las de élite que principalmente existen en la Marina.
    ¿Para qué queremos tantos soldados en un país que no es belicista?
    México no es ni ha sido un país imperialista, intervencionista ni tampoco busca guerras con sus vecinos y si no hay riesgos de guerra, ¿para qué queremos y gastamos tanto dinero en soldados y mandos?
    Los ejércitos son para hacer la guerra y si no se hace la guerra (como afortunadamente es nuestro caso), no sirven para nada y aunque digan que se usan para atender desastres naturales (en esta administración ni eso) o que son constructores; para esos fines, mejor se podrían tener unidades de bomberos dotados de buenos presupuestos y no en el abandono como los que existen y que heroicamente cumplen con su deber o contratar empresas especializadas especializadas en construcción.
    Pero, si por el contrario, lo que se quiere es desviar dinero y fomentar la corrupción, no hay mejor camino que ampliar los gastos en el ejército; ya que las fuerzas armadas por lo general no rinden cuentas a nadie, ni tampoco nadie se las pide, y por lo mismo son un enorme foco de corrupción e impunidad y el mejor ejemplo de la corrupción militar es Rusia, país que ha destinado millones de rublos para tener un ejército de vanguardia y cuando lo quieren usar, resulta que su costosísimo ejército no tiene ni la instrucción ni la calidad de armamento que según las partidas presupuestales aprobadas por la Duma debiera de haber tenido, pero eso sí, los rusos tienen muchísimos generales archimillonarios y estoy seguro que, guardadas las proporciones, en México sucede exactamente lo mismo.
    Y la otra cosa para lo que los ejércitos sirven en países no belicistas es para dar golpes de estado e imponer la fuerza de las armas sobre el imperio de la ley y las instituciones y ejemplos de eso tenemos muchos en Latinoamérica.
    Así que no nos hagamos tontos y pensemos bien si realmente queremos y necesitamos más soldados, ya que en un país como el nuestro solo sirven para incrementar la corrupción y la opacidad o para alterar el orden constitucional.
    De las cuestiones policiales que es lo que realmente necesitamos, ya nos hemos ocupado y seguramente en otras ocasiones lo seguiremos haciendo.
    felfebas@gmail.com
    Twitter: @FelipeFBasilio