Bernardo Gutiérrez Parra
Desde el Café
Cuando gobernaban los ladrones de antes y faltaba una escoba en una dependencia publica, se pedía al almacén y listo. Que el jefe del almacén se llevara otra para su casa eso era de ley. También se llevaba un recogedor, un trapeador, un escritorio, alguna máquina de escribir, garrafones con agua, etc. Además, la oficina a su cargo surtía la lista de útiles escolares de sus hijos.
Pero si antes se robaban esos aditamentos ahora se roban el presupuesto.
De ahí que la Presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Isabel Inés Romero Cruz, pusiera del asco a jueces y juezas por su falta de civismo y cooperación colectiva, ya que son incapaces de comprar de su peculio “un sapo”; un triste sapo, lector.
Durante la inauguración del Centro de Justicia Alternativa de Veracruz en Coatepec (del que por cierto sólo entregó el cascarón con unos muebles que de seguro pidieron prestados a los vecinos), la funcionaria se quejó de la falta de compromiso del personal para resolver las carencias que hay en sus oficinas.
“Todo, todo quieren que se los hagamos. ¡No hay dinero, por Dios! No hay dinero para estar poniéndole el sapo al canijo baño. Si algo hace falta y cuesta barato, ¡coopérense! ¿Qué en la quincena no se pueden cooperar para limpiar, quitar la basura? ¿Qué no tienen escoba? ¿No hay mujeres u hombres para barrer?, todo quieren que les hagan”.
Lo que llamó la atención de la concurrencia fue su fijación por el sapo: “¿Que el sapo ya no sirve? ¿Cuánto cuesta el sapito ese para ponérselo al tanque de agua? ¿Qué ustedes no lo pueden comprar?”
“¿Cuánto cuesta una escoba? ¿Ochenta pesos? Y hay 10 o 15 auxiliares, ¿de a cuánto nos toca? Ni a 10 pesos y no es posible que no nos podamos comprar una escoba. Yo creo que es demasiado ser inconsciente, porque no saben de verdad los problemas que tiene cada ente público”.
Y tras el regaño el puyazo: “Pero qué tal el día de la quincena, hasta gritamos ‘¡ya cayó!’ Así dicen y la primera vez que escuché yo creí que se había caído alguien, estaba yo en la Quinta Sala y escucho ‘¡ya cayó!’ Así deberían de gritar: ‘¡ya vamos a pintar el Juzgado!’ Pero no, (y otra vez la mención del anfibio) no hay dinero para estarle poniendo el sapo al baño… De verdad, qué tristeza da que ya no hay gente comprometida”.
Se equivoca doña Inés, gente comprometida sí hay, lo que ya no hay son tarugos. O quedan muy pocos.
Dentro del presupuesto que repartían los gobiernos corruptos de antes a las dependencias públicas, había una partida destinada a la compra de papelería, mobiliario, computadoras; partida que servía (entre otras cosas) para resanar y pintar paredes, arreglar desperfectos eléctricos… y comprar sapitos para el excusado.
¿Dónde quedó esa partida destinada al Poder Judicial de Veracruz? Lo pregunto porque evidentemente ya voló… se evaporó; se fue para no volver. Lo que ha obligado a doña Inés a pedir principalmente a los togados (y de muy fea manera), que se pongan en medio para arreglar baños y pintar paredes “porque ¿qué necesidad tiene de pagar el Poder Judicial cuando nosotros podemos hacerlo como jueces?”
Pero se vuelve a equivocar la señora porque los juzgados adolecen de todo, no sólo de fallas que se puedan arreglar con unos cuantos pesos. Falta desde agua y papel higiénico en los baños (que los trabajadores no han visto desde que llegó la 4T) hasta personal, mucho personal. Además de mobiliario, papelería, computadoras (las que hay son insuficientes) y vergüenza…
Vergüenza de la que carece doña Inés.
¿Qué acaso no fue ella la que al tomar posesión de manera ilegal de su cargo prometió dignificar la labor de los trabajadores y jueces del Poder Judicial?
Si ya se le olvidó vaya y pase. Lo que no se puede pasar por alto es que con el mayor descaro pida a los jueces que se mochen con parte de su salario para comprar implementos que por ley debe proporcionarles el Estado. Incluso el sapo para el canijo baño.
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