Enrique Yasser Pompeyo
Mesa de Redacción
Los últimos hechos de violencia que se han registrado en Veracruz y particularmente en Xalapa generan, además de temor entre la población, muchas dudas y suspicacias.
Aunque el gobernador Cuitláhuac García Jiménez ha intentado minimizar los acontecimientos, muestran la ola creciente de criminalidad en la entidad y en la ciudad capital.
Porque no se trata de simple “percepción”, sino de una realidad que sufren todos los habitantes, todas las familias.
El gobernador, a casi cuatro años de su administración, sigue tratando de justificar la falta de resultados en materia de seguridad con el discurso gastado de que la culpa es de gobiernos pasados.
Sin embargo, no asume su responsabilidad como titular del Poder Ejecutivo estatal; le resulta más fácil decir que así encontró la entidad, porque así se la dejaron.
Lo peor (o lo mejor) es que, en dos años, Cuitláhuac García Jiménez dejará el cargo y la inseguridad seguirá, aunque presenten supuestos datos de que la situación haya mejorado.
Lo ocurrido este martes en Xalapa, como informaron los medios, muestra una falta de coordinación entre las diferentes dependencias, entre Seguridad Pública y la Fiscalía General del Estado.
Las movilizaciones de ministeriales y policías estatales generaron pánico entre la población que no sabía lo que ocurría.
Además, la danza de cifras de los supuestos detenidos, armas y unidades aseguradas, también permite observar que no existe un trabajo conjunto entre las corporaciones, quizá por aquello de las filtraciones.
En medio de toda esa desorganización oficial queda la población, expuesta a la delincuencia y a la falta de profesionalización de los elementos policíacos.
¿Con qué saldrá ahora el gobernador? ¿Cuál será su justificación? ¿Cuál será su verborrea? ¿Echará, nuevamente, culpas al pasado?
Así, ya pasaron cuatro años del sexenio morenista de la autodenominada cuarta transformación y las cosas, como se observa, en lugar de mejorar, empeoran.
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