Manolo Victorio
Carpe Diem
El país está incordiado, dividido, polarizado por las fuerzas políticas que juegan a las vencidas con marchas multitudinarias, ostentosas, descaradas, que no resuelven la frustración popular.
Son escasísimas las válvulas de escape de esta realidad asfixiante, con una inflación que nos acorrala todos los días; que una atajada cuasi milagrosa nos alejó momentáneamente de la maldición adoptada del “jugamos como nunca y perdimos como siempre” que el grandísimo Alfredo Di Stéfano acuñó sin dedicatoria a los mexicanos pero que nos enchaleca a nuestra idiosincrasia.
Los odios, críticas y resentimientos al heredero de Antonio “La Tota” Carbajal Rodríguez, el hoy cinco copas Guillermo Ochoa, se desvanecieron ante una jugada defensiva excelsa ante el tiro penal atajado al polaco Robert Lewandowski. Los miedos arraigados se desvanecieron en una alegoría popular, en una borrachera de empate con sabor a triunfo que nos durará hasta el sábado, cuando los verdes enfrenten a los argentinos en este mundial de sangre llamado Qatar.
Otra vez a sufrir. El real deporte nacional de cruzarse los dedos, los padres nuestros, los nervios crispados, las mentadas de madre, los jalones de cabello, la sintomatología nerviosa que se nos presenta al cruzar por una calle sin alumbrado público, de transitar por una carretera peligrosa, sacar dinero en un cajero automático por la noche, la presencia en la puerta de un cobrador de Coppel o Elektra, o andar buscando una dirección en una colonia brava, se evidenciará nuevamente.
A eso estamos hechos, el miedo al fracaso que nos paraliza, pero nos alienta, en una combinación que sólo entiende el mexicano; por eso busca reflejarse en las poquísimas oportunidades de triunfo en el deporte de equipo como es el futbol.
Si los seleccionados ganan el sábado serán héroes nacionales. Próceres de un país donde las victorias son pírricas, engañosas, escasas.
Si pierden, los pendejos, frustrados e inútiles serán los 22 convocados por Gerardo Daniel Martino Capiglioni, “El Tata” que no emergió de nuestros antepasados caciquiles de Tabasco o Michoacán sino de las pampas argentinas desde donde vino a vendernos, otra vez, espejitos, humo, renombre a cambio de un costal de dólares.
Ahí estará la caguama, el licor y demás brebajes alcohólicos, solventes efímeros de la desesperanza nacional. La espera, el eterno juego truculento, perdido a priori por default de la ilusión-decepción se guardará otros cuatro años, en el autoengaño colectivo que en el 2026 sí llegaremos al tan ansiado quinto partido.
Que tragedia nacional.
Los jugadores serán tachados de aspiracionistas mal encaminados, aliados del conservadurismo más rancio, enemigos del pueblo bueno que creyó, otra vez en ellos como modernos niños héroes que no supieron batirse en duelo contra la adversidad.
Pasada la ilusión, nos engancharemos otra vez en la retórica cotidiana del divisionismo, la polarización, los odios ancestrales que seguirán aplicándose en la estrategia interminable del divide y vencerás.
Mientras surgen otros villanos, de manufactura casera o extranjeros que nos distraigan de nuestra procrastinación, del ya merito, de nuestra histórica mediocridad colectiva, disfrutaremos que podemos ser grandes, sentados en el sillón de nuestro destino en manos de unos cuantos que no son iguales pero igual corrompen todo, disfrutando de una cerveza que nos alivie momentáneamente, nos aleje de nuestras obligaciones, nos aparte del odiado jefe del trabajo, de nuestros gobernantes que se enriquecen escandalosamente, de la delincuencia que nos agobia y pone el pie en el pescuezo, los impuestos y demás obligaciones.
… de otro costal.
La operación matemática nos arroja una deuda pública de 9 mil 269 pesos por cada veracruzano que habite, trabaje, sobreviva y se mueva en el estado de Veracruz. El consuelo colectivo, vendido por el titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación, José Luis Lima Franco es que la deuda bancaria se redujo en 13 mil 048 millones de pesos; es decir, restan 74 mil 159 millones de los más de 87 mil 207 heredados.
Nadie entiende nada de estos números, lo que sí queda claro que una deuda de 74 mil 159 millones de pesos es impagable.
Cuando se vaya, en diciembre de 2024, Cuitláhuac García Jiménez le dejará al sucesor o sucesora, un pagaré por 44 mil millones de pesos en deuda bancaria y tres cartas.
Ni vendiendo el Ferrari en rifa popular indexada a los tres últimos dígitos del Sorteo Navideño de la Lotería Nacional nos alcanzará para pagar.
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Una buena para despedir. Se abrió la temporada decembrina en la zona montañosa de Las Vigas-Perote, lo que significa una derrama económica importante. Los 20 ranchos sembrados de coníferas ornamentales abrieron sus puertas para el corte de árboles de navidad, la economía en el corredor Xalapa-Perote se incrementa en 500 por ciento, con la visita a la región de más de 6 mil familias procedentes de 10 estados del país.