José Luis Ortega Vidal
Claroscuros
(1)
A partir del pasado 12 de junio, Xóchitl Gálvez dio inicio al proceso disruptivo que este domingo concluyó con su nombramiento como precandidata del Frente Amplio por México a la presidencia de la República.
Ésta, ha sido la primera etapa.
La segunda etapa de la disrupción inicia hoy y durará hasta su toma de protesta oficial como abanderada opositora.
En torno a la etapa final a concluir con el voto ciudadano el 2 de junio del 2024, no hay elementos sólidos para prever su triunfo o derrota.
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La disrupción generada durante tres meses por la senadora hidalguense operó sobre un escenario específico: la conformación de un movimiento opositor a MORENA, a la 4T, pero sobre todas las cosas al presidente Andrés Manuel López Obrador.
- AMLO es el dueño del balón –el discurso del poder-…
- Es jefe del árbitro –el INE-…
- Es concesionario en turno del estadio –el gobierno- …
- Y es gerente de la liga –los partidos políticos-…
(3)
Antes de la aparición de Xóchitl, el PRI perdió su último bastión histórico: el Estado de México.
Antes de Gálvez, Movimiento Ciudadano decidió no participar en los comicios del EDOMEX ni en Coahuila y aparecía como un partido unificado ante el liderazgo falsamente “inmaculado” de Dante Delgado.
Antes de aquel doce de junio, cuando le fue negado a Xóchitl el acceso a la mañanera, todo acercamiento al tablero del pre-relevo presidencial, mostraba a un Marcelo Ebrard como el único político de peso nacional –e internacional- capaz de retar a López Obrador dentro de la 4T y MORENA.
Antes de Xóchitl Gálvez no existía otro territorio dónde confrontar al presidente, porque la oposición en pleno lucía como un páramo.
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La cena del cinco de junio -a un día del triunfo de Delfina Gómez en el estado de México- marcó el arranque de la vergonzosa carrera de las corcholatas para disputar el dedo del señor.
Todo era entre guindas; la oposición no existía; AMLO sólo olfateaba una posible ruptura de parte de Marcelo Ebrard.
Entonces, los puso a correr tres meses para medirlos, para exhibir de cara al país las fortalezas y debilidades de sus “muchachos” y su “muchacha”.
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Maquiavélico –como debe ser todo político- el presidente siempre tuvo en la mente a Claudia Sheinbaum, pero ella también fue puesta a prueba: en su lealtad -90 por ciento de valor- y su astucia -10 por ciento de valor-.
Marcelo es 90 por ciento audaz pero no garantiza ni el 10 por ciento de lealtad a la 4T.
Tal condición quedó demostrada en el ejercicio a concluir dentro de dos días: el miércoles seis de septiembre.
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Ebrard no es, porque nunca fue.
Es Claudia, quien seguirá a prueba durante los próximos meses.
Mientras la ley otorgue margen a un cambio por “lesión”, habrá jugadores calentando a un costado de la línea.
Para continuar tocando el balón de AMLO, Sheinbaum seguirá mostrando lealtad.
Lealtad sinónimo de obediencia, lealtad hasta la ignominia, lealtad mientras traga sapos y no hace gestos.
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La disrupción de Xóchitl cambió, entre otras, estas condiciones del juego:
- Le ha dado oxígeno, motivación, porras -en un estadio siempre vestido de guinda-, ilusión -por obtener diputaciones, senadurías y en una de esas hasta gubernaturas- a una oposición caníbal que ahora apunta sus dentelladas hacia un López Obrador al que nunca le pudieron ganar una…hasta que el presidente metió autogol.
- Atrae a una sociedad civil aún muy joven en materia democrática, pero cada vez más convencida de su papel protagónico en la historia, donde ella –la sociedad civil- representa la esencia del argumento.
- Al Movimiento Ciudadano lo ha desnudado; están dadas las condiciones para pactar con el grupo Jalisco y arrebatar a Dante, político de cabaret, votos en bastiones como Nuevo León y Veracruz.
- Imposible en este momento determinar el destino del FAM, pero previsible –desde ya- la pelea en serio para dividir el Congreso de la Unión, frenar mayorías absolutas y evitar reformas que AMLO ordena sin tomar en cuenta la opinión de nadie, de nada, salvo de su indomable y riesgoso ego.
- Un aporte esencial de la disrupción de la senadora Gálvez consiste en demostrar que la política no consiste en obedecer, sino en rebelarse –siempre- contra las dictaduras perfectas, los abusos de Estado, los liderazgos fallidos convertidos en ejercicio vertical e ilegal del poder.
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Toda democracia demanda equilibrios para alimentar su papel histórico: la disrupción de Xóchitl Gálvez apunta a la construcción de ese choque de fuerzas entre semejantes, gane quien gane la silla del águila y la serpiente.
Pasar de ser una burbuja disruptiva a una candidatura disruptiva, depende de la senadora Gálvez.
Enfrentará las ambiciones funestas de los partidos en el FAM; vivirá nueve meses de guerra contra Andrés Manuel López Obrador, comandante en jefe de una elección de Estado, con más de veinte gobernadores bajo sus órdenes y capaz de todo –dentro de lo legal y dentro de lo ilegal- para obtener sus objetivos políticos.
Veremos, ahora sí, de qué está hecha doña Xóchitl.
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De Claudia, lo deseable es que una vez fuera de la jaula lopezobradorista, demuestre ser una mujer con alas.
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De la sociedad civil, el momento histórico demanda inteligencia política y compromiso consigo misma.
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Desde Claroscuros deseo éxito a mi amigo Vicente Luna, Coordinador General de Grupo Expresión Democrática, representativo de la sociedad civil aludida líneas atrás.
Profesionistas de la Universidad Veracruzana, políticos, universitarios, mujeres emprendedoras, ex candidatos, conforman este movimiento concebido para tomar parte del proceso electoral en ciernes