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    Miguel Ángel Gómez Ruiz

    Contrapunto

    El triunfo de Javier Milei en Argentina fue bien visto en muchos países, especialmente en aquellos que han sido gobernados por la izquierda y que al día de hoy no han tenido buenos resultados.

    La salida de Alberto Fernández, de Cristina Fernández de Kirchner y de tantos y tantos izquierdistas en ese país será una bendición. En serio.

    Sin embargo, Javier Milei no debe ser visto como un líder mesiánico. No, él no tiene una varita mágica ni tampoco puede hacer milagros. Nadie en este mundo puede, ni el papa y eso que el papa se puso de lado del gobierno actual, a fin de colaborar para que Argentina se mantuviera en el ostracismo.

    Ningún país tiene mujeres u hombres con capacidad para hacer cosas divinas y cambiar su situación. Esa es una realidad. Ni en México y mire que aquí en el país un exsacerdote expulsado de su iglesia por cometer distintas anomalías –Alejandro Solalinde- ha querido mostrar al presidente López como una persona que puede hacer esos milagros y lo ha comparado con Cristo.

    Si bien Cristo instruyó a sus seguidores a que le imitaran, la realidad de Solalinde le rebasó. El presidente López ha donado recursos a fin de obtener votos y favores para su gobierno y para futuros gobernantes; pactó con grupos criminales y dejó a millones de mexicanos sin suficientes medicamentos durante cinco años. Cierto, a unos meses de las elecciones asegura que ahora sí se tendrá una super farmacia, claro.

    Volviendo al tema de Argentina es verdad que Javier Milei y su equipo, además de los habitantes argentinos sufrirán un poco o quizá mucho, pues les será complicado resolver el galimatías en que los metió la izquierda, pero es posible que lo resuelvan y si eso ocurre, es muy posible que, por un buen tiempo, no se hable de la izquierda y eso será sano, muy sano.

    La situación de un país no se resuelve hablando de una corrupción que no se puede probar por completo, mucho menos comprando conciencias y aún peor, poniéndose –supuestamente- del lado de los pobres. Aquí en Veracruz sigue habiendo pobres, muchos, que al día de hoy no reciben ni migajas ni nada, pero que son visitados, frecuentemente, por trabajadores del gobierno para pedirles su voto y para recibir promesas que nunca se cumplirán.

    Y hoy día vemos a México casi sin esperanza. Con un gobierno empecinado en fortalecer a una debilitada y casi extinta industria petrolera. Con un gobierno empeñado en vivir de los pobres, aunque sólo a una pequeña parte la tenga contenta y sin trabajar a causa de una dádiva que les da cada dos meses. Con un gobierno que le da dinero a jóvenes que no están en la industria y a los que fortalece cada mes con mayores recursos que a un campesino para asegurar el voto. Y así.

    Hace unos días un amigo me reclamó que por qué escribo contra Morena. No, le comenté, no escribo contra Morena y su gobierno, sólo señaló sus errores –que son muchos- y los muestro a la población. Me dijo que el presidente es un hombre muy popular y le respondí: “Sé que el presidente es popular porque está empecinado en ello. Vive para él y quiere que todos vivamos para él. Tiene sus mañaneras y la gente la de su simpatía porque le ve todos los días. Recrimina a los corruptos que sólo él ve, come garnachas, juega béisbol, le gusta que hablen de él ya sea bien o mal y eso le fascina. Sólo le ha faltado algo, gobernar bien” y me retiré.

    México saldrá adelante con trabajo, con industria, con buenos maestros, con buenos médicos, con todo lo que represente una mejora, más no con lo que tenemos ahora. Requerimos de buenos políticos con estudios y con visión para entender que el futuro de nuestro país no se negocia. Que entendamos que el político no lo es todo, sólo son nuestros empleados y que merecemos que trabajen bien, sin condiciones de su parte. Lo repito, el futuro del país no se negocia, más bien se dialoga y para su bien todos tendríamos que estar de acuerdo. Es decir, el futuro del país no está en el bien de los partidos, sino en el bien de sus habitantes. Y hay que decirlo así, son sus habitantes, no el pueblo.

    PD El Poder Judicial debe ser autónomo y no tiene que moverse que como está. Si al presidente no le gusta la decisión de los ministros debe instruir a sus consejeros a que hagan un mejor trabajo y presentar mejores propuestas y, por ende, tomar mejores decisiones. Que recuerde que el tema de los fideicomisos del Poder Judicial lo tiene perdido. Él lo sabe, pero quiere influir en las decisiones de un poder autónomo y todo porque quiere que más que obedecer a la Constitución, le obedezcan a él.

    Siguen los crímenes y ejecuciones en Veracruz y la autoridad sigue haciendo lo que viene haciendo de 2018 a la fecha, nada.