Sergio González Levet
Sin tacto
Fueron muchos, muchos millones de pesos los que se gastó la Cuarta Transformación en sobornar encuestadores y encuestados con el fin de darle forma a la principal estrategia de promoción de su candidata a la Presidencia de la República y de los nueve candidatos a ocho gubernaturas y la jefatura de la Ciudad de México.
El carísimo asesor extranjero contratado para que hiciera ganar a Morena en las elecciones -lo que es decir a Andrés Manuel López Obrador y sus sueños de permanencia en el poder- decidió que lo mejor era trabajar la percepción ciudadana y hacer creer al pueblo bueno y honrado que los abanderados del partido oficial adelantaban de 25 a 30 puntos porcentuales en todas las campañas. La idea era que los ciudadanos se iban a desilusionar ante las victorias adelantadas y no iban a salir a votar el 2 de junio, muy en la mexicana concepción de para qué luchar si ya estaba todo perdido.
Pero el señor y el Señor con contaban con la emergencia de una candidatura arrolladora como la de Xóchitl Gálvez, que sacudió la estructura de encuestas tan acuciosamente trabajada e hizo que cambiara la situación. Empecinados ambos, no quisieron entender que tenían que emprender un nuevo rumbo y siguieron con su plan original, que empezó a hacer agua a pesar de que las encuestas favorables al régimen subieron en el número y en la diferencia ganadora.
A cada movimiento popular en apoyo a la oposición, aparecían publicadas más y más encuestas en las que la candidata Claudia Sheinbaum adelantaba a Xóchitl por 18, 20, 25, 30, 35 y hasta 40 puntos. Y así en los estados en los que habrá cambio de gobierno: Clara Brugada arriba por 25 puntos sobre Santiago Taboada, Rocío Nahle encima 40 puntos sobre Pepe Yunes…
Los más sesudos analistas desde la Ciudad de México se llenaban la boca de decir que el Gobierno de López Obrador lo estaba haciendo muy mal, que el pueblo estaba harto de sus incapacidades y sus corruptelas, pero insistían en que las encuestas le daban un margen muy grande de simpatías al Presidente y de intención de voto a la Sheinbaum.
Todo parecía ser miel sobre hojuelas para el Patriarca y sus fanáticos seguidores… hasta que salió la encuesta fatal.
Massive Caller publicó el 1º de mayo una encuesta en la que aparecía Xóchitl Gálvez por encima de Claudia Sheinbaum. Fue una sola empresa y una sola medición, pero dio en el blanco y desbarató todo el aparato de percepción que tan caramente habían construido desde el Gobierno de la República.
Los cientos de encuestas cuchareadas, los miles de publicaciones, los millones gastados en publicaciones, los cientos de millones de bots contratados para convencer a las benditas redes sociales, se fueron al abismo con una sola consulta de opinión que se acercó a las emociones de una masa ciudadana levantada en favor de la democracia y en contra del autoritarismo.
Obvio, la propaganda oficial se fue en contra de Massive Caller, pero no pudo mover un milímetro la percepción de que la corcholata puede perder, va a perder, porque la voluntad de un pueblo no se dobla ni se compra.
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