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     Ignacio Alvarez

    Pluma Negra

    En su último informe de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador,  sorprendió en el tema de la salud. Sostuvo que al fin de su gobierno se logró que el sistema de salud pública es mejor que Dinamarca. El discurso se convirtió más en arenga política que un logro de gobierno, pues todos sabemos que el sistema de salud, no es precisamente, un acierto de gobierno de la transformación, sino todo lo contrario.

    Pero la salud pública no es la única herencia que deja López Obrador a su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo; la lista es larga, desde las lastimadas relaciones con Estados Unidos y Canadá, la confrontación con el Poder Judicial y su reforma constitucional y la confrontación con las fuerzas políticas distintas a MORENA, sólo por mencionar algunos temas de relevancia nacional.

    En el discurso de dos horas en el zócalo de la ciudad de México, el presidente saliente mantuvo su postura critica al pasado y volvió atacar al Poder Judicial, al que pretende reformar antes de irse, para elegir por voto popular a los jueces, ministros y magistrados con una clara intención de acaparar el control total de los tres poderes desde la Presidencia, condición política que en el pasado no funcionó en México.

    El reto de la nueva presidenta es, primero lograr la autonomía como jefa del Poder Ejecutivo y  rechazar una herencia que no merece ni le corresponde, generar su propio branding político, tomar decisiones que le permitan su propio estilo de gobernar sin la sombra de Andrés Manuel López Obrador.

    Y es que el comportamiento del todavía Presidente, llama la atención por su interés de intervenir el próximo sexenio al dejarle tarea y planes de gobierno a Claudia Sheinbaumm, es decir, a diferencia de los expresidentes anteriores, López Obrador se aferra al poder hasta el último momento de su mandato e incluso busca o pretende extender más su influencia.

    Hasta ahora, la presidenta electa ha demostrado tolerancia y cierta obediencia, sin embargo, es una expectativa el discurso que dará en San Lázaro en la Cámara de Diputados en octubre, momento en el que Andrés Manuel López Obrador pierda la magia del poder. Alguna vez ya lo dijo Claudia Sheinbaum cuando era aspirante con su frase Continuidad con estilo propio.

    Hay que recordar que el periodo del caudillismo de México, los presidentes entrantes se obligaron a ser figuras superiores a sus antecesores para Gobernar sin la sombra de los expresidentes que pretendieron mantener el poder tras la silla presidencial.