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    José Luis Ortega Vidal
    Claroscuros

    El único alivio que Miguel Angel Yunes Linares puede encontrar a la pena de no ser gobernador de Veracruz –en el caso de que así ocurra, en la etapa final de su vida política- consistirá en que alguien de apellido Yunes ocupe ese cargo.
    Hombre de personalidad impositiva, egocéntrico, acostumbrado a mandar y a ser obedecido a como dé lugar –por las buenas o por las malas- el ex dirigente estatal del PRI y hoy pieza clave en el andamiaje de poder del panismo jarocho tiene en sus hijos Fernando –Senador- y Miguel Angel Yunes Márquez –Alcalde, por segunda ocasión, de Boca del Río- sus espadas políticas en ristre para cumplir el objetivo que luce como una especie de obsesión vital: ser el principal mando político en la entidad.
    Hay indicios de que el arribo de Héctor Yunes Landa -su primo hermano- a la silla que ocupó su rival acérrimo: Fidel Herrera Beltrán y está en manos de alguien que –por decir lo menos- le genera una gran antipatía: Javier Duarte de Ochoa, le vendría bien a Miguel Angel, ex legislador federal, ex director nacional de ISSSTE, ex Secretario de Gobierno veracruzano, ex muchas cosas porque toda su vida se ha dedicado al servicio público y a la política profesional de altos vuelos.

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    La presencia de Fernando Yunes Márquez -joven Senador por Veracruz que milita en el Partido Acción Nacional- en el Informe Legislativo de su homologo José Yunes Zorrilla, el fin de semana pasado en el World Trade Center boqueño, coloca una pieza que faltaba en el rompecabezas político conformado por el apellido Yunes y la coyuntura actual de la política en Veracruz.
    Durante una visita al diario Notisur en Coatzacoalcos años atrás –ya lo narramos alguna vez en esta columna- el joven Miguel Angel Yunes Márquez, a la sazón delegado de la SEDESOL federal en nuestro estado, explicó gentilmente al reportero que Pepe Yunes no es su pariente, como sí lo es su tío Héctor Yunes –primo de su padre-.
    No obstante -acotó- mi padre, mi tío y toda mi familia ve a los Yunes Zorrilla como gente muy cercana y han enseñado a las nuevas generaciones a verlos como parientes, como familiares, al grado que los jóvenes Yunes Márquez le dicen Tío a Pepe Yunes.

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    En una familia de migrantes libaneses como los Yunes estos detalles en el trato a una persona conocida devienen significado profundo.
    Simbolizan una suerte de hermandad que va más allá de los intereses económicos o políticos y que, en todo caso, los refuerzan.
    Son lazos equivalentes a los parentescos sanguíneos y se promueven, se alimentan, se cuidan generación tras generación.
    Entre iguales –que así se consideran- la lealtad constituye un elemento cultural, ético, histórico, que define el porvenir de las familias integradas a esta clase de migraciones y asentamientos exitosos en tierras que alguna vez fueron extrañas y hoy les son nativas.

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    Sí, si el tío Pepe Yunes es electo gobernador Miguel Angel Yunes Linares concluirá en paz su carrera política: uno de los suyos habrá llegado a la meta porque el nativo de Perote –lo dijo Miguel Angel Jr en Coatzacoalcos y lo acaba de ratificar Fernando, el domingo pasado en el WTC- es uno de ellos.

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    Claro que habrá contienda al interior del clan.
    De hecho la hay.
    Héctor la busca por el PRI y ya dijo que irá junto a Pepe “hasta que la convocatoria nos separe”.
    La lealtad familiar es una cosa y los deseos de cada quien por el mismo objetivo político son semejantes pero distintos.
    Unos no eliminan a la otra.
    Miguel Angel Yunes Linares puede ser candidato del PAN al gobierno de Veracruz.
    O lo puede ser Fernando o Miguel Angel Yunes Márquez.
    Al mismo tiempo Héctor Yunes Landa podría serlo también, por el PRI o por otro partido si no lo nominan en el tricolor y no lo convencen de quedarse.
    Pepe Yunes Zorrilla está en condiciones de ser candidato del PRI y de no resultar electo se antoja difícil que se vaya.
    El domingo quedó demostrado que si en este momento fueran las elecciones -o si lo son en el 2016 para un gobierno de 6 años- el grupo en el poder veracruzano apostaría a los Yunes de Perote y cuenta -en el Distrito Federal- con amplio respaldo al respecto.

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    Ahora bien, las elecciones estatales no son en el 2014 y no serán en el 2015.
    Serán en el 2016 pero no sabemos si elegiremos gobernador para dos años, para cinco o para seis, así que debemos hablar de lo real, de lo específico y no jugarle al pitoniso porque eso, en política y periodismo, equivale a permanecer tirado en una hamaca toda la vida, comprando billetes de lotería…

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    El domingo 26 de octubre, en Boca del Río, quedó demostrado que los Yunes viven su momento político e histórico en la búsqueda de un objetivo común: que alguien de ellos gobierne Veracruz.
    Quedó claro que los Yunes están unidos y llegado el momento irán con diferentes siglas en la planilla o acuerparán a uno solo, dependiendo de las circunstancias, lo que aún está por definirse en los meses, los años, los procesos electorales por venir.
    Hace dos días, en el WTC boqueño, ocurrió que Pepe Yunes sacó su carta y le entró al juego, luego de que Héctor Yunes hizo lo propio desde mucho tiempo atrás y está trabajando al respecto a lo largo y ancho de la entidad, sin medias tintas y sin hacerle al ensarapado: quiere ser candidato del PRI y lo está buscando.
    Que Pepe Yunes haya sacado la cara y dijera: yo también quiero ser candidato a gobernador, así lo haya expresado vía un Informe Legislativo, cayó bien a todos; a la clase política veracruzana y a sus parientes.
    Fernando Yunes Márquez hizo acto de presencia para significar que él, su hermano y su papá –como sabemos- también van por el pastel pero lo hacen respetando a los tíos y primos; antes que nada.

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    Es el momento de los Yunes. Falta saber si también es la circunstancia de los Yunes.
    Ya veremos si los rivales de esta dinastía la dejan acceder al poder que le falta.
    Ya sabremos de qué están hechos Tirios y Troyanos.
    Nos encontramos ante un ajedrez que tiene más de dos jugadores y un sinfín de jugadas posibles.
    Aquí participan los políticos federales, empezando por el Presidente Peña Nieto, quienes lo llevaron al poder y aquellos que lo ejercen.
    También están los grupos de poder estatales: en primer lugar el del gobernador Javier Duarte y su antecesor Fidel Herrera que –lo sabemos- mueve muchos de los hilos de la política local.
    No olvidemos a los partidos de oposición y a los hombres y mujeres ricos de nuestra entidad que apuestan a tal o cual gallo según la perspectiva conveniente para el cuidado o crecimiento de sus finanzas.
    Y claro al principio y al final está Juan Pueblo, el protagonista de eso que llamamos democracia y que aún en pañales poco a poco, en nuestro territorio, juega cierto papel y alguna influencia para definir destinos.
    Es el tiempo de los Yunes…¿Es el tiempo de Veracruz?

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