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    Muro de bienvenida

    Luis Alberto Romero

    Hora Cero

     

    El municipio de Atzalan es uno de los más pobres y marginados de la entidad; tiene cerca de 50 mil habitantes, de los cuales casi el 37 por ciento viven en pobreza extrema.

    Este problema afecta, en diferentes grados, a cerca del 82 por ciento de la población. 21 mil 700 habitantes enfrentan pobreza moderada y 17 mil 600 tienen un nivel que la Sedesol evalúa como pobreza extrema.

    En ese municipio, 18 comunidades se encuentran en muy alta marginación; mientras que 152 de las 197 localidades, 77 por ciento, son ubicadas en la casilla de alta marginación. La población del lugar no sólo es pobre, sino que registra un elevado rezago educativo: el promedio de escolaridad entre personas mayores de 15 años es de 5.2; es decir, la primaria incompleta, cuando la estadística nacional se ubica en 8.6 años.

    En cuanto a carencias, los números son alarmantes: casi 29 mil habitantes no cuentan con servicios de salud; el 80 por ciento no tiene seguridad social y una cuarta parte de la población vive en condiciones de hacinamiento. Por si fuera poco, cerca de 32 mil personas, el 66 por ciento, no tiene acceso a todos los servicios básicos; y 11 mil enfrentan carencias relacionadas con la alimentación.

    En un lugar así, tan pobre y marginado, el uso y destino de los recursos públicos no sólo es importante, sino vital para alcanzar un nivel, aunque sea mínimo, de desarrollo; el gasto superfluo es una falta de respeto para los más pobres.

    Durante el trienio pasado, cuando el municipio de Atzalan fue gobernado por Amancio Landa García, incondicional de la ex diputada federal Alba Leonila Méndez Herrera, el ayuntamiento destinó casi 6 millones de pesos para la construcción de un obelisco con un reloj en la entrada de la cabecera y otro en la comunidad de Plan de Arroyos. Ambos fueron considerados los trabajos más importantes de ese trienio, aunque se trató de obras de relumbrón; por supuesto, el entonces alcalde fue muy criticado por ese gasto, sobre todo porque en los asentamientos de Atzalan, una quinta parte de la población no tiene drenaje ni agua entubada; 6 por ciento carece de energía eléctrica y un número similar tampoco tiene piso firme.

    Hoy recordamos el caso de Atzalan porque en la capital del estado hay expresiones críticas por la construcción de muros de mármol con el escudo de Xalapa que el ayuntamiento local ejecutó en las dos principales entradas a la ciudad, con una inversión cercana a 200 mil pesos.

    No se puede comparar un hecho con el otro; primero, porque mientras Xalapa ejerce un presupuesto de 860 millones de pesos, los recursos de Atzalan apenas llegan a 100 millones; segundo, porque los 200 mil pesos que representan los letreros de bienvenida a la capital de Veracruz nada tienen que ver con los 6 millones que gastó el ex alcalde de aquel municipio; y tercero, porque los xalapeños no enfrentan los niveles de rezago, marginación y pobreza de Atzalan.

    Aun así, habrá quien apunte que 151 mil habitantes de Xalapa están en pobreza moderada y 26 mil viven en condición de pobreza extrema; que cerca del 5 por ciento de la población no tiene todos los servicios básicos; que casi el 3 por ciento no cuenta con agua entubada; y que el servicio de recolección de basura sigue deficiente, por lo que los pesos se deben cuidar tanto como los millones. Quien diga eso tendrá razón; sin embargo, incluso en el gasto superfluo también hay niveles. @luisromero85

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