José Luis Ortega Vidal
Claroscuros
¿Con cuál versión de nuestra realidad nos quedamos?
¿Con la inventada por los medios de comunicación afines a determinados grupos de poder y obedientes a los mismos?
¿Acaso con aquella que surge del talento creativo de una clase política corrupta, empeñada en conservar el poder porque no sabe hacer otra cosa que operar ese poder?
¿Con la realidad cruda, difícil de conocer a cabalidad porque el universo periodístico es –por naturaleza- subjetivo?
Acaso, la realidad que más nos conviene en la que se basa en datos reales, críticos y criticables, que podemos compartir todos a partir de medios de información afanados en ser objetivos, en redes sociales sobrias y en una apreciación autocrítica de la realidad propia que ha de compartirse con el otro, el igual, a partir del obligado reconocimiento mutuo.
(2)
En el México convulso de hoy es preciso alejarse de los extremos porque éstos separan antes de unir y a menudo provocan daño antes que construir.
La ingenuidad tampoco abona.
Es preciso estar informado, adquirir conciencia del día a día y del contexto individual lo mismo que del colectivo.
(3)
Veamos un caso: ayer concluyeron unos exitosos Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz.
Buena noticia.
Al mismo tiempo, los datos sobre gente ejecutada, secuestrada, asaltada, atemorizada, indefensa, permea diariamente el territorio veracruzano desde Pánuco hasta Las Choapas; desde las playas abundantes de nuestra geografía hasta el último de los rincones montañosos de nuestra agreste serranía sureña, central y norteña.
La demagogia no salva vidas.
La retórica bien difundida no elimina rezagos en materia de desarrollo social, educación, salud, que devienen inseguridad y conflicto social.
(4)
Otro caso: en la presentación de un decálogo que no convence, el Presidente Enrique Peña Nieto admitió -por primera vez en lo que va de su sexenio- que Chiapas, Guerrero y Oaxaca son los estados más pobres del país; que Jalisco y Tamaulipas están entre las cinco entidades más violentas.
Eludió el Presidente –sin embargo- la mención de su natal Estado de México y su apreciado Veracruz, como lugares clave en la problemática nacional de falta desarrollo e inseguridad.
Tlatlaya, el sitio donde elementos del ejército ejecutaron sumariamente a presuntos delincuentes, se ubica en el Estado de México que Peña Nieto gobernó y donde el grupo político Atlacomulco, al que pertenece, ha mantenido el control del poder durante décadas interminables.
Más de una docena de periodistas muertos, la migración convertida en un viaje permanente al infierno de Dante, el hallazgo de fosas con decenas de muertos, son hechos que han convulsionado al Veracruz reciente y también al EDOMEX.
No obstante, Enrique Peña Nieto no mencionó a estas dos entidades en su plan de urgentes medidas que el Estado reconoce y se propone conducir al terreno de las soluciones concretas, específicas.
El estado de México y Veracruz son reservas electorales muy importantes y está cerca la elección del 2015.
¿Seguimos igual entonces?
¿O en qué consiste el cambio?
Tancredi le expresa a su tío Fabricio, en la novela Il Gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa:
«Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie».
¿Debemos admitir que usted es un gatopardo, señor Presidente?
¿Cuánta, de tanta responsabilidad, nos corresponde como sociedad?
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