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    Crisis partidista

    Ricardo Vázquez Salazar

    Esfera Política

     

    Sumergidos en la profunda crisis provocada por la muerte de seis y la desaparición de 43 estudiantes en Iguala, Guerrero, el pasado 26 de septiembre, tal vez la sensatez podría hacer prescindir que este lunes en Los Pinos haya pastel o champaña para brindar por los dos años de haber asumido Enrique Peña Nieto la responsabilidad como Presidente de la República. Complicado escenario que conforme transcurren los días, van surgiendo nuevos acontecimientos que alientan y multiplican las voces de protesta, como se podrá observar este lunes.

    El decálogo presidencial del jueves pasado presentado por Peña Nieto como un plan para obtener paz y justicia en el país, parece no tener resonancia entre la clase política de su mismo partido, el tricolor; entre la cúpula y un buen número de gobernadores emanados del PRI, y obvio, de otros partidos.

    Una vez más la clase política se ha puesto en evidencia, que no existen intereses de partido, son simplemente intereses personales o de grupo; donde las expresiones políticas han dejado a un lado la demanda social, para convertirla en reclamos individuales, con tal de satisfacer todo tipo de ambiciones o desenfrenos.

    Para la clase gobernante, así como actores clave de todos los partidos políticos, cada uno se manifiesta en su afán de reivindicarse ajeno a los lamentables acontecimientos que están ocurriendo. Los tricolores siguen tratando de encontrar y etiquetar culpables de oposición que dieron origen a lo está ocurriendo. Los azules alardean en la persona de Felipe Calderón el nada sorprendente ¡Se los dije!, “los gobernadores nunca me quisieron apoyar”. Los amarillos completamente extraviados, sin rumbo. Los verdes despilfarrando dinero a lo bruto en publicidad, sin que nadie les pueda marcar un alto.

    En la actualidad las cosas son a la inversa de lo que ocurría hace alrededor de 100 años, cuando los caudillos decidían el destino de un partido; podían hacer desaparecer un instituto político.

    “De los 43 de Ayotzinapa depende el futuro de la democracia mexicana”, dijo este domingo el historiador Enrique Krauze. Hoy en día con su actuar, el PRI parece demostrar que no es preocupación llegar al grado extremo de que Peña Nieto se vea obligado a renunciar. Si finalmente la cúpula del mismo partido –porque la Constitución así lo establece- después de este lunes nombraría un nuevo Presidente de la República. Lo preocupante es para la ciudadanía, que con esa determinación no sería absolutamente ninguna garantía de que las cosas mejoren en nuestro país, se requiere mucho más que eso, porque el principal problema de este país: corrupción e impunidad, males diseminados en todos los rincones y a todos los niveles, a los que muchos no están dispuestos a renunciar.

    No necesitamos ser analistas políticos para darnos cuenta de cómo realmente se están desarrollando las cosas, basta simplemente observar la actuación de gobernadores, funcionarios, legisladores y alcaldes; la mayoría -sin descartar a Veracruz- continúan ocupados en sus proyectos personales y de grupo, sigue siendo su prioridad. La conducción de estos es como si nada grave estuviera ocurriendo en nuestro país.

    La ciudadanía se mantiene en todo momento a la expectativa de todo lo que se dice y lo que ocurre. Veremos que nuevas, si es que las hay y que realmente contribuyan a restaurar la paz y la justicia, nos de a conocer Peña Nieto este lunes.

    rvazquez002@Yahoo.com.mx

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