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    Cecilia Muñoz

    Polisemia

     

    Me acerqué a Isabel como quien no quiere la cosa. Aburrida, pensando en qué podría ver, googlé «Isabel» pensando en la reina de Inglaterra, y me encontré con una serie de RTV, cadena española de televisión. Y si siempre mis más grandes descubrimientos son fruto del azar, esta vez no fue la excepción.
    Isabel inicia con una noticia: el rey ha muerto. Así que es momento de proclamar a la princesa de Asturias, legítima heredera al trono, como reina. Sin tiempo para reunir a las cortes ni para llamar a su esposo, Isabel de Trastámara, en unos años conocida como «la católica», se proclama reina ante su pueblo en una escena tan magnífica como mágica: despojándose de una capa negra, símbolo del luto, luce un vestido tan blanco que uno no puede más que quedarse totalmente absorto ante el brillo que tanto indumentaria como mujer develan.
    Mas la serie no continúa, regresa hacia la interrogante que quizás pocos se han hecho: ¿cómo llegó Isabel a ser reina de Castilla? Porque, después de todo, ese no era su destino: aunque era hija del rey Juan II de Castilla, era su hermanastro, Enrique IV, quien había heredado el reino, y éste se lo pasaría a su descendencia. Y aunque no la tuviera y aunque en Castilla era legal que las mujeres gobernaran, sería su hermano Alfonso, menor que ella, el apoyado para ascender al trono.
    Así, la primera temporada nos presenta a una Isabel niña que se ve alejada de su madre y hogar para ser trasladada a la corte, un sitio lleno de falsedades y vicios que chocan con la educación estrictamente religiosa de la joven. Pronto, sin embargo, las vicisitudes la orillan a madurar y a demostrar su inteligencia y capacidad de liderazgo.
    Isabel cuenta lo que en los libros de Historia se obvia: las intrigas de la corte, la corrupción de los representantes de la Iglesia y el poder político de ésta, los orgullos heridos de los nobles ambiciosos y, lo más importante, la humanidad de los personajes que cambiaron al mundo.
    Y lo que en los libros de Historia más se obvia, claro, es el amor, como si éste no cambiara nada. Pero Isabel lo recupera en todas sus formas: el amor de Isabel por su hermano y su madre, antigua reina y ahora loca; el amor de Isabel por sus protectores y su reino, por su Dios y sus creencias; el amor de Isabel y Fernando —casados en secreto— que a menudo se verá tensado por el orgullo de él y los celos de ella; el amor de Enrique IV por su hija, aunque la gente no crea que sea suya; el amor que lleva a Juana de Portugal, esposa de Enrique, a cometer adulterio y tener dos hijos ilegítimos; y el amor doloroso de Isabel por sus vástagos, a quienes el destino les tiene deparado distintos futuros.
    Sin embargo, ver Isabel es también asistir a una clase de Historia sin darnos cuenta. Pronto, al final de cada capítulo, se verá buscando al menos en Wikipedia si lo que acaba de ver realmente ocurrió. Y sí, así es.
    Michelle Jenner encarna a Isabel. Esta actriz, originaria de Barcelona, parece haber nacido para el papel: no solo sabe sonreír con una suficiencia inocente, ideal para una reina como la que interpreta, sino que su mismo físico, esbelto y poco voluptuoso, parece ser adecuado para representar a una mujer que pese a su belleza, según cuentan, más resaltó por su modestia, virtud y capacidad. Porque Isabel es fuerte, poderosa y visionaria, pero también prudente.
    Rodolfo Sancho, por su parte, interpreta a Fernando de Aragón, príncipe que tampoco habría de heredar la corona aragonesa, pero que la muerte de su medio hermano le concedió. Como «malvado» define el actor a su personaje, aunque sea quizás un adjetivo extremo. No hay que olvidar que Fernando fue criado como príncipe heredero desde muy joven, llegando a ser comandante de su ejército a los 11 años, sin por ello dejar de obtener increíbles victorias. Fernando es, pues, la mano dura y maquiavélica del reino, pero a la vez es el esposo amante, a pesar de sus múltiples infidelidades. Porque también representa el prototipo del hombre que a toda costa debe demostrar su masculinidad, ya sea gobernando un reino o las camas que quiera. E Isabel no se lo deja fácil desde el principio: «Me serás fiel y aparte, te conformarás con ser mi rey consorte», pareciera decir. Pero la serie demuestra que dos personas igualmente fuertes pueden llegar a complementarse sin luchar constantemente.
    Hablar de Isabel es también hablar de fotografía y escenarios , naturaleza y castillos que compiten por dos marcos obvios, pero funcionales: lo salvaje, encarnado por las guerras, secuestros, violaciones y sangre del campo de batalla, y lo civilizado, detallado en el vestuario y en la escenografía; no por nada, la serie ganó en 2012 los Premios Iris por Mejor dirección de arte y escenografía, y Mejor maquillaje, peluquería y caracterización (Michelle Jenner interpreta a Isabel desde los 16 hasta los 53 años sin problema alguno gracias al maquillaje y vestuario: ojeras, piel más oscura y deshidratada, el cabello recogido y un velo que con el paso del tiempo le cubre más la cabeza, como la modestia y el duelo dictaban).
    Federico Jusid, compositor argentino, también le otorgó a la serie dos premios Reel Music Award por la música que acompaña la serie y con justo motivo, pues cada tema llega a ser parte fundamental no solo del momento, sino también de los personajes.
    Si bien Isabel terminó en diciembre de 2014, para decepción de sus seguidores, quienes llegaron a afirmar que nunca podrían ver otros reyes que no fueran Jenner y Sancho, los capítulos están disponibles en la página web de RTV http://www.rtve.es/television/isabel-la-catolica/capitulos-completos/, con videos complementarios referentes a la historia y a los sucesos que se van narrando.

    Michelle Jenner

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