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    Gunter y Galeano
    Jorge Arturo Rodríguez

    Tierra de Babel

    No sé qué resulta menos peor, si el fastidio de las propagandas electorales, insípidas pero preñadas de cinismo y burla, o el hartazgo de las publicidades de los programas, acciones y obras gubernamentales, enfáticos pero cargados de sospechas. En todo caso, ambas parecen que no nos llevan a ninguna parte o, quizás, dejando el beneficio de la duda, ¡otra vez!, demos un pasito pa’ delante y seis pasotes pa’ tras.
    José Emilio Pacheco escribió que “entre tantas otras cosas, nuestra era es el tiempo de la desatención. Pasamos por todo sin detenernos en nada”. Hace poco vi una fotografía que capturó a cuatro obreros mexicanos, típicos trabajadores de la gran industria de la construcción, albañiles, asalariados, proles pendejos pues: dos encorvados, fijas las miradas hacia abajo; el otro, adormilado, y uno más mirando hacia sus compañeros, todos con la esperanza de “¡A ver si ahora sí cae algo mejor!” Ajá.
    Según los “Índices de Productividad Laboral y del Costo Unitario de la Mano de Obra en 2014″, del INEGI: “Durante 2014, diferentes industrias registraron aumentos en su productividad y en el aumento de horas trabajadas, sin embargo, esos dos incrementos contrastan con la baja de hasta 8.8 por ciento en el costo de la mano de obra. (sinembargo.mx). Vaya, sobre los jodidos las coronas.
    Dicen que en Oluta, por poner un ejemplo, hace poco «tres personas, abuelos y nietecita, fueron ejecutados, quedando los cuerpos tirados mientras que los asesinos se daban a la fuga en un auto color rojo; la noticia consterno a este pueblito sureño de Veracruz”. (versiones.com).
    Todo lo cual ya lo sabemos, pero mientras no toquen nuestra comodidad, nuestra endeble seguridad de “no pasa nada”, pos que siga la yunta andando y que se mueran los feos…
    Porque «Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen tiempo para perder el tiempo. Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen silencio, ni pueden comprarlo. Pobres, lo que se dice pobres, son los que tienen piernas que se han olvidado de caminar, como las alas de las gallinas se han olvidado de volar”. ¿O no, Eduardo Galeano?

    Los días y los temas

    Siguen muriéndose los feos y los buenos. José Emilio Pacheco también mencionó que “el exceso de información sustituye al saber y lo deteriora”. Así que les comento que por azares del destino, la noche del domingo 12 de abril pasado, saboreé por cuarta ocasión la película El tambor de hojalata, basada en la novela de Günter Grass, la cual sólo la he leído una vez por mamotreto juicio. Pos justo horas después me entero de la muerte del escritor alemán. Cosas que tiene la vida. Y me acordé de las cuatro faldas de la abuela. Oscarcito seguirá tocando el tambor, Günter.
    Y por allá nos veremos, reunidos con Eduardo Galeano, a quien cito otra vez: “Ya no hay parques, sino parkings. Ya no hay sociedades, sino sociedades anónimas. Empresas en lugar de naciones. Consumidores en lugar de ciudadanos. Aglomeraciones en lugar de ciudades. No hay personas, sino públicos. No hay realidades, sino publicidades. No hay visiones, sino televisiones. Para elogiar una flor, se dice: ‘Parece de plástico’”.
    Por lo pronto, ahí se ven.

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