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    Seguro Popular

    Jorge Arturo Rodríguez

    Tierra de Babel

    Traemos a Dios de un lado para otro, lo pronunciamos a menudo pero sólo de dientes pa’ fuera: “Gracias a Dios”, “Dios te bendiga”, “Dios te acompañe”, “Bendito Dios”… Y luego, otra vez: “He pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa”. Pero no es mi intención adentrarme en los terrenos donde la Iglesia es toda poderosa, pos inmediatamente me tildarían de hereje y ya se imaginarán. Sin embargo, pienso que en realidad pecamos de no hacer nada –¿de sumisos? Pedimos y pedimos y muy pocos dan, casi nadie ayuda. Cada quien se rasca como puede.
    Decía Omar Abboud que “estamos viviendo una época en la que muchos dicen no tener religión. Creo que pueden no tener creencias monoteístas o de cualquier otro tipo relacionado con los dioses, pero sí tienen una gran religión: el capitalismo y el consumo llevados al paroxismo, como absoluto. Vivimos inmersos no en los pecados capitales, sino en los pecados del capitalismo”.
    Ah, pero eso sí, el Seguro Popular es un dolor de muelas, a decir del presidente del Consorcio Mexicano de Hospitales, Javier Potes González, quien afirma que la idea fue buena pero falló su aplicación porque recursos hay, y muchos, como nunca antes, pero están mal aprovechados por una pésima administración. Y aseguró que el sistema nacional de salud tiene cáncer; sin embargo, no hay un sentido de urgencia de hacer algo. Al menos no se ve. (La Jornada/01-06-15).
    Vaya, enfermedades por todos lados; cáncer en cada esquina. ¿A dónde vamos a llegar? Bueno, si es que llegamos. ¡Dios nos agarre confesados! Ahí está otra vez Dios. El filósofo Lipovetsky, citado por Ana Clavel en su artículo “Eros a debate”, define la sociedad actual como hiperconsumista, y ha declarado sobre el verdadero ideal del ser humano: no se trata de consumir, sino de crear, compartir, amar. No basta con buenas intenciones, hay que formar personas inteligentes, “que hagan de su existencia una obra de arte, como quería Óscar Wilde”.
    A César lo que es de César. A Dios… ¿qué le damos?

    Los días y los temas

    “No me gusta hablar de la muerte, porque ella piensa en mí a cada instante”, escribió Williams Deer. También anotó: “Cualquiera puede morir en un instante. El último suspiro le pertenece a la muerte. Conozco a gente que vive a diario temerosa de su presencia; otras, por el contrario, la desafían. Hay quienes se topan con ella, inesperadamente; muchas más viven a su lado, todos los días, todas las noches. A menudo se le respeta, se le venera; en no pocas ocasiones se le implora, se ansía su llegada. Pero ella aparece cuando quiere, tiene suficientes, en ciertos tiempos abundantes últimos suspiros. ¿Qué es la muerte?, me pregunto. Francisco me comentó alguna vez que vivimos sin vida, basta sólo con mirar alrededor para darse cuenta de ello. Es la muerte la que vive nuestras vidas. Por ahí hay gente todavía que cree lo contrario, son como lucecillas empeñadas en abatir una oscuridad inmensa. Y sí, frecuentemente alumbran, abren caminos. Pero lo cierto y peor de todo es que no se sabe por dónde la muerte llega: ha aprendido, de tan repetitiva, a simular”.
    Amigo Noé Valdés, van mis oraciones para tu eterno descanso, sí, en el reino de Dios, y para tu familia, amigos y compañeros el deseo sincero para que pronto, nos levantemos y sigamos andando, como aquellas palabras: “Todos los días, al amanecer, un Lázaro se levanta… Y abre mares”.

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