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    Javier Duarte de Ochoa

    Ricardo Vázquez Salazar

    Esfera Política

    El organismo que vela por los derechos de los niños, la Unicef, considera que la violencia emocional es atemorizar, aterrorizar, amenazar, rechazar, aislar, ignorar, insultar, humillar o ridiculizar a un niño. También no prestarle apoyo emocional, desatender sus necesidades educacionales o médicas, exponerle a violencia doméstica y acoso psicológico.

    Es el caso de lo que ha venido sucediendo en Xalapa desde hace diez años, que los derechos de las niñas y niños se pisotean; se les insulta, humilla e ignora una y otra vez, con el patético espectáculo de los 400 pueblos encuerados; como en otras absurdas e inexcusables situaciones, los responsables de ver por la protección de los infantes emulan a Pilatos. Se antepone el interés de los “favores” políticos de los grupúsculos al bienestar de los pequeños. Insisten en continuar induciendo el ánimo de la ciudadanía.

    LA EXORESIÓN: “Defraudaron mi confianza”, flota en el vacío, en el infinito. Fue el anuncio del gobernador Javier Duarte de Ochoa, cuando exigió la renuncia a Gabriel Deantes y a Edgar Spinoso, por las irregularidades de varios miles de millones de pesos, observadas por la Auditoría Superior de la Federación, ASF, en la Secretaría de Educación de Veracruz, en la que cobraba como titular, el hoy diputado federal electo, Adolfo Mota Hernández.

    Anterior a esto, lo mismo había sucedido con el famoso “Bocagate”, en el que Salvador Manzur y Ranulfo Márquez fueron sorprendidos in fraganti, hablando de desviación de recursos destinados al combate a la pobreza, para fines electorales. Los funcionarios fueron cesados por instrucciones del Altiplano; el primero como secretario de Finanzas y el segundo como delegado federal de la Sedesol en Veracruz.

    Meses después en ambas situaciones los cuatro funcionarios fueron inmaculados y premiados por sus fechorías: Deantes, como secretario del Trabajo; Espinoso, convertido en diputado federal electo; Manzur, delegado de Banobras y Márquez como secretario de Desarrollo Social.

    La antítesis. Trece periodistas asesinados en Veracruz, cuatro desaparecidos y varios exiliados, en lo que va de la presente administración estatal; el más reciente, la extraña muerte del reportero Juan Mendoza Delgado, quien al parecer fue atropellado, encontrado vendado, sobre la carretera Veracruz-Cardel el pasado jueves.

    Ante este escenario, de alguna manera llamó la atención la declaración ambigua que hizo en Poza Rica, Javier Duarte, a periodistas convocados la semana pasada: “Pórtense bien, todos sabemos quiénes andan en malos pasos, todos sabemos quienes tienen vínculos y quienes están metidos con el hampa”.

    Veracruz vive la peor las crisis en su historia: violencia e inseguridad que terminó con la vida de miles; también con la paciencia y el miedo de la ciudadanía como se observa ya en varias regiones; saqueo indiscriminado de las arcas estatales; funcionarios enriquecidos ilícitamente que pasaron del exhibicionismo al cinismo; negocios criminales que siguen acabando con la existencia de inocentes ciudadanos; escandalosa deuda pública, etcétera.

    Muy a pesar de lo anterior, a menos de 17 meses de que concluya la presente administración estatal, el Ejecutivo Javier Duarte nunca les ha dirigido un “pórtense bien” a sus colaboradores; mucho menos ha procedido en contra de quienes realmente han provocado un grave daño a la entidad, hasta ser causantes de la muerte de miles de veracruzanos.

    rvazquez002@yahoo.com.mx

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