Pablo Jair Ortega
Columna sin nombre
No es la primera vez que el gobernador Javier Duarte hace (o negocia) un cambio relevante de último minuto. Al cuarto para al ratito, tiene a los actores políticos en ascuas, sufriendo, y con maletas listas para irse o desempacar.
Otros dicen que en realidad sólo hay personajes que se están dedicando a presionar haciendo acto de presencia en eventos donde ni siquiera son invitados o filtrando a periodistas supuestas preferencias del que manda en Veracruz. Todo esto es parte del show y de la pugna por el poder.
Esto no es nuevo: son las movilizaciones de los grupos. Adelantadas, eso sí. Y con nuevas tecnologías para mover los chismes más viralmente.
Es ahí donde Javier Duarte da el manotazo. No lo suficientemente fuerte para frenar a los desbocados, pero sí para despresurizar tanto rumor.
Recientemente, esto se pudo ver en el caso de la elección del secretario de Gobierno, decisión que finalmente favoreció a Flavino Ríos Alvarado, y dejando en el camino a Enrique Ampudia y a Amadeo Flores.
Se recuerda también que el joven mandatario dio su visto bueno a la designación de Sara Ladrón de Guevara como rectora de la Universidad Veracruzana, esto, en medio del pleito de los ex rectores Raúl Arias y Víctor Arredondo. Al final, ni uno ni otro.
Y tales situaciones nos recuerdan a la canción de Rubén Blades: “Decisiones, cada día. Alguien pierde, alguien gana”.
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